La Real Academia de las Ciencias ha concedido el Premio Nobel de Economía 2023 a Claudia Goldin, de la Universidad de Harvard, pionera en los estudios sobre la incorporación de las mujeres al mercado laboral que sentaron las bases de la brecha salarial.
Goldein ha demostrado que la participación femenina en el mercado laboral no tuvo una tendencia ascendente durante un período de 200 años, sino que forma una curva en forma de U.
La participación de las mujeres casadas disminuyó durante la transición de una sociedad agraria a una industrial a principios del siglo XIX, pero después comenzó a aumentar paralelamente al desarrollo del sector de servicios a principios del siglo pasado. Goldin explica este patrón como «el resultado del cambio estructural y la evolución de las normas sociales respecto a las responsabilidades que se atribuye a las mujeres en el hogar y la familia en función de la historia y la cultura».
Claudia Goldin «revisó los archivos existentes, compiló y analizó datos históricos de relevancia que han podido establecer presentar conclusiones nuevas y, a menudo, sorprendentes», señala el Comité del Nobel en un comunicado.
«Su trabajo nos ha brindado una comprensión más profunda de los factores que afectan las oportunidades de las mujeres en el mercado laboral y la demanda de trabajo femenino». La profesora celebra el reconocimiento en X, antes Twitter, señalado que «siempre quise ser detective, y por fin lo conseguí».
Matrimonio, familia y carrera laboral
«Es un hecho que las decisiones de las mujeres a menudo han estado, y siguen estando, limitadas por el matrimonio y las responsabilidades domésticas», continúa el Comité, «y la familia está en el centro de sus análisis y modelos explicativos. Los estudios de Goldin también nos han enseñado que el cambio lleva tiempo, porque las decisiones que afectan a las carreras profesionales enteras femeninas están constreñidas a menudo por unas falsas expectativas«.
«A pesar de la modernización, el crecimiento económico y el aumento de la proporción de mujeres empleadas en el siglo XX, durante un largo período de tiempo la brecha salarial entre mujeres y hombres apenas se ha cerrado«, explica. «Esto se explica en parte porque las decisiones educativas, que impactan toda una vida de oportunidades profesionales, se deciden y encaminan en una edad relativamente temprana».
«Y si las expectativas de las mujeres jóvenes están todavía condicionadas por las experiencias de generaciones anteriores (por ejemplo, sus madres, a las que han visto dejar de trabajar y no volver a hacerlo hasta que sus hijos se hicieron mayores), repercutirá en sus carreras y el cambio social y laboral será más lento«.
«Durante todo el siglo XX los niveles de educación de las mujeres han aumentado considerablemente y en la mayoría de los países de altos ingresos ahora son sustancialmente más altos respecto a los hombres. Goldin demostró con sus estudios que, en este contexto, el acceso a la píldora anticonceptiva en las dos o tres últimas décadas del siglo pasado jugó un papel crucial en la aceleración de este cambio revolucionario, ya que ofreció nuevas oportunidades para la planificación familiar y profesional«, prosigue el organismo, con sede en Oslo.
«Sus ideas trascienden mucho más allá de las fronteras de Estados Unidos: se han observado patrones similares en muchos otros países. Su investigación nos aporta una mejor comprensión de los mercados laborales de ayer, hoy y mañana».
Goldin ha recibido numerosos galardones, entre ellos el Premio Fronteras del Conocimiento en la categoría de Economía, concedido por la Fundación BBVA en 2019.
La riqueza financiera de las familias españolas, que se mide por la diferencia entre los ahorros y las deudas que acumulan, aumentó más de un 3% solo en el segundo trimestre del año pese a la inflación, con lo que supera por primera vez los dos billones de euros a cierre de junio.
Aparentemente esta cota se había superado desde marzo, pero la revisión de los datos del Banco de España deja claro ahora que no la alcanzó y ha sido en el segundo trimestre cuando ha marcado ese récord histórico por encima de los dos billones de euros, gracias a que en el acumulado del año la riqueza financiera de las familias ha crecido por encima del 5% y en tasa interanual, más de un 6%.
Según las Cuentas Financieras de la economía española, los activos financieros de los hogares -dinero en efectivo, acciones, depósitos y valores en renta- aumentaron un 2,54% en el trimestre, hasta los 2,81 billones de euros. En tasa interanual subieron un 3,9%.
En términos de ratio sobre el PIB, la deuda de empresas y hogares continuó reduciéndose en el segundo trimestre hasta el 116,5% del PIB, frente al 130,4% de hace un año en las mismas fechas.
En el acumulado de cuatro trimestres hasta el segundo trimestre de 2023, la deuda de las empresas se redujo en 24,3 billones hasta el 66,6% del PIB frente al 74,8% de un año antes. La deuda de los hogares disminuyó por su parte en 13,9 billones, con lo que la ratio sobre el PIB descendió hasta el 49,9% en el segundo trimestre de 2023, por debajo del 55,6% del mismo trimestre de 2022.
La riqueza financiera bruta de los hogares aumentó en el segundo trimestre del año (105,6 mm en términos acumulados de cuatro trimestres), pero disminuyó en términos del PIB hasta el 199,5%, frente al 210,1% de un año antes.
El Plan de Educación Financiera, promovido por la CNMV, el Banco de España y El Ministerio de Asuntos Económicos y Transformación Digital, ha celebrado este lunes el Día de la Educación Financiera en Sevilla bajo el lema «Finanzas inclusivas, finanzas para todos». Durante el acto, Rodrigo Buenaventura, presidente de la Comisión Nacional del Mercado de Valores (CNMV), recordó que «la educación financiera es importante en general porque empodera al ciudadano, pero es más importante aún en los colectivos en riesgo de exclusión, porque puede ser la diferencia entre situaciones delicadas y complicadas y un ciclo vital, digamos, exitoso». Los colectivos en riesgo de exclusión han sido siempre elementos prioritarios en este plan.
Buenaventura hizo hincapié en que también se ha avanzado mucho en la educación reglada: «Hay que recordar que la educación financiera forma parte de las competencias básicas en educación primaria, en ciertas asignaturas y en ciertos ciclos formativos en secundaria, cosa que ha sido un avance muy importante gracias, entre otras cosas, al apoyo del Ministerio de Educación, pero hay que reforzar eso de cada futuro, seguramente, para extender eso a más ciclos formativos».
El presidente de la CNMV también señaló que la educación financiera muestra, especialmente en estos colectivos, dos retos importantes. «Uno es la diversidad a la que nos enfrentamos. Estamos hablando de personas con necesidades vitales y personales muy distintas. Y esa diversidad hace que los mensajes que lanzamos tengan que ser también diversos», aseguró. Puso como ejemplo que hace 30 o 40 años, para lanzar un mensaje como el que hizo sobre el mundo de las criptodivisas, hubiera bastado con poner un anuncio en un periódico de tirada nacional. «Habría llegado al 80% de la población, pero hoy eso no funciona. Tenemos que segmentar para colectivos concretos y eso supone que es más costoso en términos de recursos económicos y de tiempo», indicó.
La subyacente, que excluye alimentos frescos y energía, baja tres décimas hasta el 5,8%
El mes de septiembre terminó con una inflación del 3,5% respecto al mismo mes del año pasado, según el dato publicado este jueves por el Instituto Nacional de Estadística (INE). La cifra supera en nueve décimas la de agosto y supone la tercera subida consecutiva desde junio, cuando se situó en el 1,9%. El repunte amenaza con ser un anticipo de lo que vendrá en los próximos meses como consecuencia de la escalada de los carburantes y el efecto base que presiona hacia arriba las tasas, pues fue en verano de 2022 cuando la inflación empezó a bajar gracias a la moderación del precio de la electricidad. No obstante, la bajada de tres décimas de la inflación subyacente -que excluye alimentos no elaborados y productos energéticos-, que se situó en el 5,8%, indica que se mantiene la tendencia de desaceleración.
Los datos confirman que ha sido una dura vuelta al cole y al trabajo. La tasa interanual del IPC ha vuelto a superar el 3% tras un verano por debajo de esta cota y se sitúa en su nivel más elevado desde el pasado mes de abril, cuando alcanzó el 4,1%. Al ser el dato adelantado, estadística no proporciona detalles por sectores. Sin embargo, ha atribuido el repunte del IPC a la subida de los precios de la electricidad, frente al descenso que experimentaron un año antes, y, en menor medida, al encarecimiento de los carburantes.
El futuro en ambos terrenos es espinoso; la cotización del gas natural internacional no ha dejado de subir en las últimas semanas como consecuencia de las huelgas en Australia y los problemas que ha habido con algún pozo en Noruega. Además, la demanda ha aumentado ante la inminente llegada del invierno en Europa. En paralelo, Rusia ha vetado recientemente las exportaciones de gasolina y gasóleo bajo el argumento de estabilizar el mercado interior, y aunque la medida no tiene efecto directo sobre el Viejo Continente, el cierre del grifo del cuarto mayor productor de diésel en el mundo ya ha traído consigo un repunte por encima del 5% en el precio mayorista.
Los expertos auguran que el IPC aún puede subir de aquí a finales de año debido a que en los próximos meses se agudizará el efecto escalón sobre la tasa de inflación energética, lo que supondrá que la tasa general siga en aumento. Funcas espera que la inflación se sitúe en diciembre en el 4,9%, con repuntes considerables en octubre. En cualquier caso, creen que la subyacente seguirá por la lenta senda de la moderación. En ese sentido, el Ministerio de Asuntos Económicos y para la Transformación Digital ha subrayado este jueves que los últimos datos de inflación “reflejan el efecto base de los precios de la electricidad y, en menor medida, en los carburantes”, al tiempo que ha destacado que “España lleva más de un año entre los países con menor inflación y mayor crecimiento de la zona euro”.
El INE incorpora en el avance de datos del IPC una estimación de la inflación subyacente que muestra que en septiembre bajó tres décimas, hasta el 5,8%, tasa 2,3 puntos superior a la del IPC general y la más baja desde junio de 2022, cuando se situó en el 5,5%. Tras conocerse el dato, el ministerio dirigido por Nadia Calviño ha subrayado en un comunicado que las medidas de política económica adoptadas por el Gobierno “están favoreciendo la competitividad de las empresas españolas, la ganancia de cuota de mercado y el aumento del poder adquisitivo de los salarios”.
Es cierto que se han dejado atrás las subidas incontroladas del año pasado. Sin embargo, la inflación aún sigue lejos de ese 2% fijado como objetivo por el Banco Central Europeo. Esto significa que, aunque leve, el repunte de septiembre se suma a la tormenta previa que empezó con la pandemia y a unos salarios que no se han actualizado al mismo ritmo que el IPC.
Todos los detalles de evolución por componentes y la cifra definitiva de la inflación de septiembre se publicarán el 13 de octubre.
La inflación ha contribuido a incrementar la recaudación de impuestos en el último año. De hecho, las arcas públicas ingresaron en 2022 un volumen récord de 255.000 millones de euros, un 14,4% más que en el año anterior. En concreto, según un estudio publicado este martes por la Fundación de Cajas de Ahorros (Funcas), los hogares españoles pagaron el año pasado una media de 263 euros más de IVA que en 2021 y la mitad de ese incremento se debió a la subida de precios.
La investigación, firmada por el economista Desiderio Romero, apunta a que la inflación ha impulsado en el último año buena parte del aumento de la recaudación por IVA, que creció un 14,9% en 2021 y un 13,4% en 2022, según los datos de la Agencia Tributaria.Ese alza se tradujo para las familias en el pago de una media de 2.592,2 euros de IVA en 2021 y 2.855,8 euros en 2022. La carga fiscal media de este impuesto se ha elevado, por tanto, en el último año en 263,6 euros, es decir, ha crecido un 10,2%. El estudio indaga qué parte de ese alza es atribuible exclusivamente a la inflación.
El IVA es un impuesto indirecto que grava el consumo, de manera que se paga al comprar cualquier producto y supone un incremento porcentual en el precio de los artículos y servicios. Por tanto, en términos generales cuanto mayor es el precio, mayor es también la cuantía que se paga de IVA, de ahí que se haya producido un incremento en la recaudación en un contexto de subida de precios. La inflación escaló hasta una media del 8,4% en 2022, muy por encima del 3,1% registrado en el año anterior, lo que evidenció una aceleración en el ritmo de encarecimiento de los precios.
En concreto, la investigación calcula que el 52,4% del incremento en la carga fiscal del IVA soportada por los hogares se debió a la subida de precios. Es decir, que la inflación provocó que las familias pagaran de media 138,2 euros más de IVA en 2022 que en 2021. Esa cuantía media varía en función del gasto de los hogares, debido a la naturaleza del impuesto. Cuanto mayor es el volumen de gastos, más elevado es también el alza de IVA soportado a causa de la inflación. De este modo, según el estudio, los hogares con una gasto de entorno a 16.500 euros habrían tenido que pagar de media 87,9 euros más en IVA a causa de la subida de precios en 2022 que en 2021, mientras que en aquellos donde el gasto ascendió hasta el entorno de los 62.500 euros la cuantía de IVA inducida por la inflación llegó hasta los 346,7 euros.
En total, entre 2021 y 2022 cada hogar pagó de media 297 euros en IVA derivados exclusivamente de la inflación. Esa cuantía se eleva aproximadamente hasta los 350 euros para un hogar medio con un nivel de gasto de en torno a 32.200 euros, similar a la renta media española en 2022. No obstante, el estudio refleja que esa cuantía es mayor en los hogares residentes en municipios de menor tamaño. Así, la carga fiscal de IVA acumulada por la subida de precios en 2021 y 2022 alcanzaría los 332,7 euros de media en los hogares afincados en municipios de menos de 10.000 habitantes, mientras que se situaría en 272,4 euros en aquellos asentados en ciudades de más de 100.000 habitantes.
Por comunidades autónomas, según la investigación publicada este miércoles, Navarra fue la región en la que los hogares tuvieron que afrontar una mayor cuantía de IVA derivada de la inflación, un monto acumulado de 341,8 euros entre 2021 y 2022. Le siguieron Galicia, Murcia y Castilla y León, tres comunidades donde los hogares pagaron de media en el conjunto de los dos últimos años más de 320 euros de IVA por la subida de precios. En el extremo opuesto se encuentran Canarias, Melilla, Ceuta y la Comunidad Valenciana, con cuantías inferiores a los 280 euros.
El PIB crece el 0,5% en el segundo trimestre del año, una décima más de lo previsto. La revisión del INE muestra que el país recuperó su nivel prepandemia en el tercer trimestre de 2022
La economía española se mantiene fuerte pese a la dura desaceleración que están padeciendo otros países miembro de la eurozona. Entre abril y junio creció un 0,5%, lo que supone una décima menos que en el trimestre anterior, pero una décima más de lo avanzado inicialmente, según los datos de Contabilidad Nacional publicados el viernes por el Instituto Nacional de Estadística (INE). El avance se debe al brío con el que se ha mantenido el consumo de los hogares, el gasto público y la inversión en la construcción.
Con esta revisión trimestral, el PIB sube dos décimas más de lo que se había estimado en la primera mitad de este año, lo que significa que el país recuperó el nivel prepandemia en el tercer trimestre de 2022 y no a final de año, como había señalado el INE durante la semana. Con esta corrección se ratifica que la economía fue mejor de lo esperado y cierra así el debate político que enfrentó durante meses a Gobierno y oposición.
Según Estadística, la demanda nacional aportó 2,3 puntos al crecimiento del PIB interanual en el segundo trimestre, cifra un punto superior a la del trimestre precedente, mientras que la demanda externa restó una décima al PIB y supuso 2,9 puntos menos que en el trimestre anterior.
En efecto, entre abril y junio las exportaciones e importaciones entraron en tasas negativas, en contraste con el avance que experimentaron en el primer trimestre. En concreto, las exportaciones bajaron un 3,2% trimestral y las importaciones mostraron una contracción del 2,1%, frente a los avances del 4,6% y del 4,1%, respectivamente, que registraron en el primer trimestre del ejercicio.
La inversión, por su parte, también ha pisado un poco el freno y ha registrado un crecimiento trimestral entre abril y junio del 1,9%, frente al avance del 3,1% del trimestre precedente. Por componentes, la inversión en vivienda ha sido la que mejor ha evolucionado, creciendo al 3,6%, dos puntos más que entre enero y marzo.La inversión en maquinaria y bienes de equipo, por su parte, pierde un 1,8%.
Del lado positivo, la actividad económica se vio impulsada en el segundo trimestre del año por un mayor crecimiento del consumo respecto al trimestre anterior. En concreto, el consumo de los hogares creció un 0,9% entre abril y junio, seis décimas más que en el primer trimestre, en tanto que el gasto público avanzó un 1,6%, frente al retroceso del 0,5% del trimestre previo.
El avance en el gasto de los hogares se mantiene gracias a los buenos datos de empleo, pues en el último año, el total de la afiliación a la Seguridad Social ha aumentado un 2,7%. Además, en el último año la población asalariada temporal se ha reducido en 764.300 personas y el salario por ocupado ha aumentado más de un 5%. La creación de empleo estuvo acompañada de un aumento de la productividad por hora trabajada, que creció un 1,2% en términos interanuales.
Entorno adverso
A pesar de esta revisión al alza, la subida del 0,5% es la tasa interanual más moderada desde el primer trimestre de 2021. La pérdida de fuelle es más evidente cuando se compara con el año previo, pues el PIB se sitúa en el 2,2% frente al 4,2% del trimestre precedente.
Además, el consumo de los hogares moderó su crecimiento interanual cuatro décimas, hasta el 2,2% y las actividades inmobiliarias han caído en la primera mitad del año un 0,6% y un 3,1%, respectivamente, a causa de las constantes subidas de tipos que han provocado una caída en las compraventas.
El contexto mundial también es adverso. La actividad de la zona euro sigue en el terreno de contracción por cuarto mes consecutivo por el debilitamiento de la demanda, según S&P Global, que prevé una caída del PIB de la región en el tercer trimestre del 0,4%.
Según la agencia de calificación, un factor fundamental detrás de la reducción de la actividad total ha sido un nuevo deterioro de la demanda del consumidor, que se refleja en el cuarto declive mensual consecutivo de nuevos pedidos. Los nuevos pedidos del sector industrial volvieron a contraerse y el sector servicios se ha llevado la peor parte, con la mayor caída desde mayo de 2013 si se excluye el periodo pandémico.
Pese al contexto de incertidumbre, el Gobierno ha asegurado el viernes que “el buen comportamiento diferencial” respecto al resto del continente se mantendrá en lo que queda de año. Las previsiones del Banco de España apoyan esta afirmación, aunque prevé que el freno llegue en 2024, de ahí que haya rebajado cuatro décimas las previsiones de crecimiento para ese año hasta el 1,8%.
CEPYME advierte en un estudio de que la falta de trabajadores está frenando la actividad en muchas empresas.
En 2023 hay 150.000 vacantes declaradas, puestos sin cubrir o que van a salir a oferta.
La oferta y la demanda en el mercado laboral español no casan. Cuando el país registra 2,8 millones de desempleados, los empresarios insisten en que no encuentran los trabajadores que necesitan.
Esta vez ha sido la Confederación Española de la Pequeña y Mediana (Cepyme) la que ha lanzado un SOS ante las dificultades crecientes de las empresas para cubrir los puestos vacantes. Una debilidad que está lastrando especialmente a las pymes medianas dado que se merma su capacidad de crecimiento y de ampliación de plantilla.
«Muchas empresas pierden proyectos, detienen inversiones, clausuran unidades productivas, claudican a la hora de buscar profesionales y hasta pueden afectar a la viabilidad del negocio», dice el informe ‘El reto de las vacantes en España’, que destaca que siete de cada diez pymes (71%) confirmen tener «problemas» para cubrir las vacantes de empleo.
El estudio de Cepyme resalta que en 2023 hay 150.000 vacantes declaradas, puestos sin cubrir o que van a salir a oferta, aunque explican que la cifra no refleja todas las necesidades de empleo de las empresas. Aun así, la relación de vacantes respecto al total de asalariados está en niveles récord desde que en 2013 se inició la estadística de vacantes.
Industria, servicios y construcción
Por sectores, tanto la industria como los servicios muestran el máximo ratio vacantes/asalariados desde que hay datos. También la construcción, aunque no esté en el máximo histórico, tiene una mayor proporción de vacantes. Por actividad, Industrias extractivas, Suministro de gas y electricidad y Actividades inmobiliarias, información y comunicaciones y actividades profesionales se sitúan en el máximo histórico. También exceden transporte, y finanzas y seguros.
Los empresarios piden al Gobierno una actuación «multiministerial» que implique a todas las Administraciones.
En este desacople entre la oferta y la demanda de empleo en España, «subyacen causas demográficas, cambios culturales y sociales y razones educativas«, denuncia Cepyme. De ahí que los empresarios pidan al Gobierno una actuación «multiministerial» que implique a todas las Administraciones.
La «ineficacia» de las políticas activas de empleo
Cepyme señala también la «ineficacia» de las actuales políticas activas de empleo que, junto a la despoblación de parte del país, el envejecimiento de las plantillas en sectores importantes (la edad media de los empleados sube cuatro años desde 2008 hasta ahora, pasando de 39,5 a 43,7 años), «el déficit de formación continua y de perfiles técnicos y tecnológicos» y la «burocracia para importar mano de obra extranjera» están lastrando el mercado laboral y el desarrollo del tejido empresarial.
Los empresarios opinan, sin embargo, que la causa principal del desajuste hay que buscarla en la falta de formación, la falta de adecuación entre las competencias formativas y las demandas de las empresas. Ocho de cada diez empresas topan con falta de personal cualificado. Por eso Cepyme quiere «abrir una reflexión» sobre la vinculación entre mercado laboral y ámbito educativo, así como el impulso a las habilidades tecnológicas y a la formación continua.
Según denuncian los empresarios, la pirámide poblacional adelgazada y los estudios universitarios elegidos por la juventud, más de humanidades (22%) que ingenierías (13,9%), merman la bolsa de elegibles. Aunque tienen puesta confianza en la reforma de la FP, sus efectos todavía no se están notando en la contratación de puestos intermedios.
Pero, además, el barómetro de Cepyme (PDF) refleja que los empresarios tienen nula confianza en los servicios públicos de empleo, en el SEPE, ya que solo usan dicho cauce para un 10% de reclutamiento. «Los contactos personales (45%), las redes sociales e Internet (28,38%) son las principales vías usadas por las pymes para buscar a sus empleados«. Por eso solicitan un diagnóstico de las políticas activas y pasivas de empleo que pueda elevar su eficacia.
Consecuencias del desajuste de la mano de obra
Mientras tanto, denuncian que la escasez de mano de obra tiene como efectos la menor producción, la caída de la facturación, el estancamiento de la productividad, la menor competitividad de la empresa española y la mayor dificultad en el relevo generacional. «Es decir, la falta de trabajadores está frenando la actividad de muchas empresas».
En España hay 1,1 millones de microempresas (aquellas con menos de 10 asalariados) que ocupan a 3,5 millones de personas. Además, hay 168.800 empresas pequeñas (tienen entre 10 y 49 empleados), que emplean a otros 3,3 millones de personas. Ambos grupos (1,3 millones de empresas que ocupan a casi 7 millones de personas) representan el 38% del parque empresarial y del empleo privado español.
Eleva en 25 puntos básicos el precio del dinero, al 4,5%, el nivel más alto desde 2001. Revisa al alza su previsión de inflación, al 3,2% en 2024, y recorta la previsión de crecimiento al 0,7% este año
El Consejo de Gobierno del BCE ha celebrado hoy la reunión más difícil desde que emprendió, en julio del año pasado, la senda imparable de las subidas de tipos. Y ha decidido un nuevo incremento en el precio del dinero de 25 puntos básicos, hasta el 4,5%, el nivel más alto desde 2001. Esta vez, según reconoció la presidenta Christine Lagarde, no fue por unanimidad sino por una “sólida mayoría” y con voces críticas contra un nuevo aumento del precio del dinero que va a estrangular aún más el crecimiento y a encarecer todavía más el pago de los créditos. Pero al BCE no le tembló el pulso y decidió el décimo incremento consecutivo de los tipos pese a la amenaza de provocar, esta vez sí, una recesión económica. El banco central echa el resto en su lucha contra la inflación aunque sugiere también que la subida de hoy puede ser la última.
En la decisión del BCE ha pesado hoy una vez más la voluntad de combatir a toda costa el avance de los precios. El dilema era profundo, puesto que el IPC ya se había relajado desde tasas superiores al 10% del pasado año al 5,3% del último dato de agosto. En paralelo, el crecimiento de la zona euro es anémico, de tan solo el 0,1% en el segundo trimestre, un dato que ha sido rebajado desde el 0,3% del indicador preliminar. Pero el nivel de precios en la zona euro continúa muy lejos del objetivo del 2% que persigue el BCE y que no se vislumbra hasta al menos 2025. Sin embargo, junto al alza de tipos, el BCE también sugiere hoy que habría llegado al final del camino y que la subida de hoy sería por fin la última.
“El Consejo de Gobierno considera que los tipos de interés oficiales del BCE han alcanzado niveles que, mantenidos durante un período suficientemente largo, contribuirán de forma sustancial al pronto retorno de la inflación al objetivo. Las decisiones futuras del Consejo de Gobierno asegurarán que los tipos de interés oficiales del BCE se fijen en niveles suficientemente restrictivos durante el tiempo que sea necesario”, señala el comunicado posterior a la reunión. Lagarde ha sugerido en rueda de prensa que la mención a tipos en niveles “suficientemente restrictivos” durante un tiempo “suficientemente largo” implicaría no seguir elevando el precio del dinero. Y ha aclarado que el tiempo que los tipos permanezcan en los niveles actuales dependerá exclusivamente de los datos. “El recorte de tipos ni siquiera lo hemos pronunciado”, ha asegurado. Lagarde se resistió en todo caso a admitir que el BCE haya alcanzado al fin el pico en los tipos.
En su decisión de hoy, el BCE argumenta que “la inflación continúa descendiendo, pero aún se espera que siga siendo demasiado alta durante demasiado tiempo” y recuerda que “el Consejo de Gobierno tiene la determinación de asegurar que la inflación vuelva a situarse pronto en su objetivo del 2 % a medio plazo”. La inflación sigue siendo demasiado alta y lo va a ser más de lo que había estimado el banco central en junio. Así, la decisión de elevar los tipos se asienta en la revisión al alza de las perspectivas de inflación que ahora maneja el BCE, que ha rebajado además su estimación para el crecimiento. De hecho, el BCE confía en que el evidente deterioro económico sirva para enfriar definitivamente la inflación, según apuntan sus nuevas previsiones. “Las anteriores subidas de los tipos de interés acordadas por el Consejo de Gobierno siguen transmitiéndose con fuerza. Las condiciones de financiación han vuelto a endurecerse y están frenando cada vez más la demanda, lo que es un factor importante para que la inflación vuelva al objetivo”, explica el BCE.
Así, el BCE espera ahora que los precios suban de media este año el 5,6%, frente al 5,4% estimado en junio; el 3,2% en 2024, dos décimas más de la anterior previsión, y el 2,1% en 2025, una décima menos que lo avanzado tres meses atrás. Y solo una décima por encima del objetivo que persigue el BCE. La revisión al alza “refleja principalmente una senda más elevada de los precios de la energía”, apunta el banco central. En cuanto a la inflación subyacente, el BCE contempla ahora un 5,1% este año, el mismo nivel que en junio; el 2,9% en 2024 y el 2,2% en 2025, con una ligera revisión a la baja en una décima en ambos casos. Además, la institución recorta su estimación de crecimiento este año desde el 0,9% de junio al 0,7% y deja en el 1% el alza del PIB para 2024, frente al 1,5% de junio, y en el 1,5% el crecimiento en 2025.
La de hoy ha sido la reunión más abierta del Consejo de Gobierno del BCE en más de un año. Por primera vez desde que la institución decidió en julio la primera subida de tipos en más de una década, la incertidumbre sobre cuál podría ser su decisión ha sido total. Era la primera ocasión en que el BCE no había ido avanzando su inclinación por un nuevo aumento de tipos. Christine Lagarde ya apuntó en la cita de julio que todo iba a depender de los datos económicos que se fueran conociendo y dejó por primera vez abierta la puerta a hacer una pausa en la siguiente reunión.
Después de un alza acumulada de tipos de 425 puntos básicos en un año, el dilema entre combatir la inflación o no dañar en exceso el crecimiento se había agravado y acentuado la división de opiniones en el BCE. El Consejo de Gobierno afrontaba la reunión de hoy con dos opciones: decidir una nueva subida de tipos, quizá la última, que diera un mensaje claro sobre su compromiso frente a la inflación, o hacer una pausa, como la que hizo la Fed en junio, con la que dejar reposar las alzas anteriores pero enviando a la vez un mensaje de firmeza apuntando a nuevas subidas más adelante. Ha optado por la primera opción, en una decisión que no ha contado con el voto de reconocidos halcones del BCE, partidarios de combatir ante todo el alza de los precios, y que no han podido hacer efectiva su postura por el sistema de rotación de votos de los miembros del Consejo de Gobierno. Así, hoy no han ejercido su voto el presidente del Bundesbank, Joaquim Nagel, el gobernador del Banco de Bélgica, Pierre Wunsch, ni el de Estonia, Madis Müller. Los tres se sitúan en el ala dura del BCE, aunque el primero de ellos es el halcón con mayor influencia en la institución.
El BCE subió los tipos, aun a riesgo de pasarse de frenada en su lucha frente a la inflación, pero no ha entrado aún a debatir el endurecimiento adicional del resto de sus herramientas de política monetaria, según reconoció Lagarde. La reinversión de los bonos que vayan venciendo del programa antipandemia (PEPP) se mantendrá tal cual hasta al menos finales de 2024, mientras que la cartera del programa APP, con 3,13 billones de euros, “está descendiendo a un ritmo mesurado y predecible”, defiende el BCE. La reducción de balance es el paso inevitable en todo caso antes de poder plantear cualquier bajada de tipos.
Los inversores habían dado un 65% de probabilidades a una subida de tipos en la reunión de hoy, una apuesta que ha estado precedida de semanas de incertidumbre y de cambios en las expectativas. De hecho, la apuesta mayoritaria hace tan solo unos días era por una pausa, pero esa previsión dio ayer un brusco giro al conocerse que el BCE revisaría hoy al alza su estimación de IPC para 2024 por encima del 3% apuntado en junio, según avanzó Reuters.
El final definitivo de las alzas de tipos cada vez está más cerca y la subida de hoy apunta a ser la última. Aunque la reunión de hoy evidencia la dificultad de gestionar cuál debe ser el punto de llegada sin causar un daño excesivo al crecimiento y asegurando, por encima de todo, que la inflación ha quedado bajo control. El nivel de precios sigue siendo elevado en todo caso, por lo que la perspectiva es de tipos de interés altos durante bastante tiempo.
“La inflación subyacente también es elevada, situándose en el 5,1% en el segundo trimestre, pero el crecimiento por debajo de la tendencia en toda la unión monetaria, incluidas algunas recesiones, debería reducir las presiones inflacionistas internas, Así pues, prevemos que la inflación se sitúe en una media del 5,4% en 2023, antes de caer al 2,1% en 2024, lo que deja margen para que el BCE recorte los tipos al 2,75% a finales del próximo año”, señala Azad Zangana, economista y estratega europeo senior de Schroders. Una previsión optimista la del mercado que sigue sin encajar con la dureza que aspira a transmitir el BCE.
El rendimiento laboral cayó un 5,4% y la retribución creció un 0,5%
Este comportamiento choca con el experimentado en las crisis previas
Nuestro país ha sufrido tres crisis económicas en las últimas tres décadas, todas ellas con distintos efectos y gravedad sobre el país. La última crisis, provocada por el coronavirus, dejó la mayor caída del PIB de toda su historia, que en 2020 fue del 10,8%, 3 veces mayor que el peor año en la Gran Recesión. Sin embargo, en comparación con las crisis anteriores, la crisis de la pandemia ha revelado un contexto nunca antes visto en periodos recesivos. En esta ocasión, » la productividad cayó, insertando su comportamiento en la normalidad de las economías de nuestro entorno, y que no sucedía en las anteriores crisis. Por primera vez el desplome de la actividad provocó un descenso del empleo de menor intensidad. Y, en segundo lugar, porque los salarios reales se mantuvieron (aumentaron ligeramente), pese a la magnitud de la recesión», explican desde el sindicato UGT.
Para el sindicato liderado por Pepe Álvarez, la causas fundamentales que explican la evolución de ambos valores se debieron al «apoyo decidido» a los Erte y «las ayudas desplegadas por el gobierno a las empresas, que preservaron parcialmente el tejido productivo, el empleo y los ingresos de millones de hogares».
Tomando de referencia todo el periodo de estudio (desde 1992 a 2022), el resultado acumulado de ambos valores supone un crecimiento de 11,3% en productividad laboral y tan solo un 0,9% en los salarios. Esta circunstancia provoca una brecha «con consecuencias distributivas y productivas de gran relevancia: han ganado las empresas y han perdido las personas trabajadoras», apunta UGT.
Según el servicio de estudios sindical, el objetivo para una economía avanzada es que su productividad aumente de manera importante y consistente, puesto que es sinónimo de progreso. Ello implica primar actividades que crean más valor añadido y empleos más cualificados y mejor retribuidos.
«Tras décadas de retraso, estas transformaciones parecen apuntarse en la economía española, que está generando mucho empleo, pero esencialmente estable y en algunas de las actividades con más capacidad innovadora, como viene sucediendo desde que terminara la pandemia», explican, poniendo como ejemplo el aumento del 23,9% de personas afiliadas en Informática o Telecomunicaciones y 14,4% más en Actividades Profesionales, Científicas y Técnicas, entre otros.
Desde el sindicato destacan el buen funcionamiento de las políticas contracíclicas aplicadas a raíz de la pandemia, el cambio de estrategia de las instituciones europeas (con los fondos NextGen EU) y la reforma laboral, «que ha logrado poner la estabilidad laboral en el centro de la creación de empleo».
Para UGT, la principal diferencia entre las medidas tomadas durante la Gran Recesión y las aplicadas durante la pandemia radica en que, en el primer caso, se implementó una política de austeridad económica que redujo el gasto, eliminó las ayudas y exacerbó la espiral de aumento del desempleo y la recesión. Mientras tanto, en el segundo caso, se llevaron a cabo medidas de estímulo a través de una política fiscal expansiva que mitigó el impacto negativo, preservando el empleo y los ingresos.
Crisis del 1993 y Gran Recesión
En las últimas tres décadas en España se han producido tres crisis económicas, cada una de ellas de distinta índole y magnitud. La primera recesión que vivió la economía española se produjo entre 1992 y 1993 (año en que se produjo la caída efectiva del PIB), eminentemente industrial, y aunque breve, generó un fuerte aumento del desempleo (más de un millón de personas) y provocó como reacción hasta tres devaluaciones de la peseta en nueve meses para intentar ganar competitividad.
La segunda crisis aconteció entre 2008 y 2013 (aunque hasta el año 2017 no se alcanzó el mismo nivel de producción precrisis) y fue apodada como la Gran Recesión entre los académicos por su gravedad. Ésta Gran Recesión, iniciada en origen en el sector financiero pero extendida rápidamente al conjunto del tejido productivo, supuso pasar de tasas de crecimiento del PIB por encima del 3% y 4% a caídas del PIB de la misma proporción.
En el último año la deuda ha aumentado 81.446 millones de euros, de los cuales 32.761 corresponden a los tres primeros meses de año
La deuda del conjunto de las administraciones públicas se redujo en el primer trimestre del año al 113% del PIB, 0,2 puntos menos respecto al cierre de 2022 y 4,4 puntos inferior a la de hace un año, tras marcar un nuevo importe récord en 1,535 billones de euros.
De acuerdo con los datos publicados este jueves por el Banco de España, la administración central redujo su deuda al 102,1% del PIB, 0,3 puntos menos que a cierre de 2022 y 3,4 puntos menos que un año antes, aunque con un importe también récord de 1,39 billones (el Estado registró 1,363 billones).
Las comunidades autónomas disminuyeron su endeudamiento al 23,7% de PIB, 0,2 puntos menos en comparación trimestral y 1,3 puntos menos en términos anuales, hasta un importe récord de 322.211 millones de euros.
Por el contrario, las corporaciones locales, con una deuda de 23.032 millones, están casi a la mitad del récord marcado en 2012, aunque mantienen la ratio estable en el 1,7% del PIB, solo una décima por debajo de la registrada hace un año.
Las administraciones de la Seguridad Social mantuvieron su endeudamiento casi sin cambios en 106.172 millones, equivalentes al 7,8% del PIB, 0,2 puntos menos que el trimestre anterior y que un año antes.
La comunidad autónoma más endeudada sigue siendo la Comunidad Valenciana, con una deuda del 43,7% de su PIB regional, si bien ha disminuido 0,7 puntos en el trimestre y 2,2 puntos en un año. Le siguen Cataluña (33,1% de su PIB), Castilla-La Mancha (32,7% de su PIB) y Murcia (31,7% de su PIB).
Todas las autonomías han disminuido su endeudamiento en el último año, salvo Canarias, donde ha subido del 14,2% al 14,9% de su PIB. No obstante, Canarias es la cuarta comunidad menos endeudada junto con Madrid y País Vasco (ambas con el 14,2% de sus respectivos PIB regionales), y Navarra (13,5% de su PIB). Por importe, Cataluña se sitúa a la cabeza con 85.456 millones de deuda, seguida por la Comunidad Valenciana con 55.439 millones, en ambos casos máximos históricos.
De los ayuntamientos con más de 300.000 habitantes la deuda más alta sigue siendo para Madrid, con 1.920 millones, en línea con la de hace un año, pero muy por debajo del récord marcado en 2012 en cerca de 8.000 millones. Detrás se sitúa Barcelona con 1.118 millones, Zaragoza con 623 millones, Málaga con 272 millones, Sevilla con 251 millones, Murcia con 241 millones, Valencia con 221 millones, Córdoba con 180 millones, Palma con 168 millones y Valladolid con 162 millones. Por debajo se encuentran Bilbao con 31 millones, Las Palmas con 1 millón y Alicante por debajo del millón de euros con una cifra sin especificar.