Pasando, de puntillas, eso sí, sobre los aspectos sórdidos del asunto, como la actitud poco ética de algunos de los rescatadores o la historia familiar de malos tratos, y centrándonos en lo esencial, es decir, la extraordinaria historia de lucha y supervivencia de los 4 niños indígenas en la selva colombiana, hay que decir:
1º) Que ningún niño occidental, bien educado y alimentado, hubiera conseguido algo así. Solo la vida en plena naturaleza consigue milagros como éste. Aislados, a merced de los acontecimientos climatológicos o de los depredadores de la selva amazónica, solo una cultura de supervivencia puede conseguir algo así. Esconderse de los jaguares o evitar las serpientes ya resulta difícil de entender, pero alimentarse durante tanto tiempo sin ingerir tóxicos o venenos, resulta impresionante.
2º) Que debemos reflexionar sobre los efectos beneficiosos que tiene el medio ambiente sobre la especie humana. A los desalmados individuos que solo piensan en una fuente inagotable (??) de materias primas, a las empresas madereras que deforestan sin freno bosques milenarios, a las industrias metalúrgicas que esquilman el subsuelo, a los políticos que se enriquecen o consienten, hay que decirles: La vida sale adelante, y os sobrevivirá, y este ejemplo de resiliencia es solo una muestra de la esperanza que tenemos en el género humano y su coexistencia con una naturaleza rica y generosa.
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