Este tipo tiene aspecto de tranquilo. Incluso de aburrido. Pero en la cancha de basket se transforma, y se convierte en un «killer», fundamentalmente bajo los aros, y sobre todo en el propio. Aunque tiene un tiro notable, penetra con eficacia y es un gran reboteador, lo que mejor maneja es el gorro. Pero no son tapones cualesquiera. Son arte puro. Son monumentos a la intimidación, practicados por alguien que no es un alfeñique, pero que tampoco es un amasijo de músculos. Tiene, eso sí, unos considerables muelles en las piernas, y también un valor y una garra (nunca mejor dicho), para jugarse la mano en cada tapón, dignos de admiración.
Ved estos ejemplos de lo que el inolvidable Andrés Montes (ver entrada dedicada) denominaba «pinchos de merluza». Sucedieron en el Barcelona-Madrid de la Euroliga. El segundo a Dorsey es la mejor jugada defensiva que he visto en muchos años, quizás la mejor «chapa» que yo recuerde.