Premios de Cine 2018

Sam Rockwell, Frances McDormand, Allison Janney y Gary Oldman

Resumiendo

Reparto salomónico en el resultado de los oscars 2018. Según la subjetividad de los miembros de la Academia de Hollywood, cuatro películas han sido merecedoras de los premios «gordos». La más laureada, «La forma del agua», con 4 (de 13 nominaciones).  Por detrás, con 3 oscars (de 8 posibles, y, por tanto la ganadora, estadísticamente hablando), «Dunkerque». Y, en tercer y cuarto lugar, «El instante más oscuro» (2 de 6) y «Tres anuncios en las afueras» (2 de 7). Aunque ha habido pocas diferencias en cuanto a calidad y merecimientos, en mi opinión, entre las cuatro, merecen ser destacadas, en primer lugar, dos de ellas.

«Tres anuncios en las afueras» cuenta los denodados esfuerzos de una mujer, tenaz y cansina donde las haya, para hacer justicia tras el crimen de su hija adolescente. Gran guión, ritmo vertiginoso, intensidad dramática y tremendas interpretaciones de Frances McDormand y Sam Rockwell (indiscutible el oscar para éste último, más difícil de elegir el de ella, por la durísima competencia con Sally Hawkins y Margot Robbie). Ahí la tenéis.

Dunkerque narra los angustiosos sucesos ocurridos durante la imposible evacuación de las tropas aliadas que, cercadas por el ejército alemán, se disponían a ser masacradas en la playa belga. 330.000 soldados fueron salvados en la milagrosa operación de rescate, magistralmente filmada por Christopher Nolan (merecedor del oscar). La misma historia, curiosamente, se cuenta en «El instante más oscuro», pero centrándose en la figura de Winston Churchill (el primer ministro británico que, contra viento y marea, ordenó el, a la postre exitoso, plan). Esta es «Dunkerque»:

«La forma del agua» es una historia romántica que cuenta cómo se hacen amigos una solitaria mujer que trabaja de limpiadora en un laboratorio de alta seguridad del Pentágono y un ser mitad humano-mitad anfibio al que tienen encerrado para estudiarlo. La película, casi un cuento a modo de parábola, puede interpretarse como un estudio sobre la (in) comunicación entre mundos opuestos (está ubicada en plena guerra fría) y está narrada con exquisita sensibilidad. Además cuenta con unas estupendas interpretaciones (Sally Hawkins y unos secundarios de lujo) al servicio de un buen guión y una correcta puesta en escena.

La sorpresa del año, «Déjame salir», que se llevó una pedrea que hubieran querido muchos  (oscar al mejor guión adaptado), es un film de bajo presupuesto (cine independiente) que ilustra, magistralmente, la formal presentación, en casa de los padres de ella, de un gentil y agradable joven. Lo que empieza siendo una historia de tintes antirracistas (la novia es blanca y su enamorado, negro), termina como el rosario de la aurora. Inquietante y genial.

Las derrotadas y las olvidadas

Entre las derrotadas destacan dos muy buenas películas: «Mudbound» y «Baby Driver». La primera (4 nominaciones) es un drama que cuenta el regreso de dos amigos de la Segunda Guerra Mundial y los conflictos (fundamentalmente raciales) a los que se tienen que enfrentar. Buena historia, ritmo, intensidad y excelentes interpretaciones, además de un extraordinaria puesta en escena, apoyada en un perfecto diseño de vestuario y una preciosa fotografía.

La segunda (3 nominaciones) trata, en tono de trhiller, pero con más acción que sangre, de las andanzas de un joven genio de la conducción temeraria envuelto en fechorías. El chico es un tanto friki, las escenas de persecuciones de coches son magistrales, y la historia de amor paralela (estilo «Bonnie and Clyde») es bastante aceptable. Las estupendas dirección y montaje nos atan a la butaca hasta que acaba. Esta es «Baby Driver»:

Las (injusta y flagrantemente) olvidadas por la Academia son dos films muy diferentes. «The Florida Project» cuenta la asombrosa historia de una niña a la búsqueda diaria de momentos felices que la realidad le niega. Madre desequilibrada y frágil, padre ausente, pobreza y (afortunadamente), casero comprensivo (eminente Willem Dafoe). Amarga, dura, a veces, aunque no triste, el tono tierno se agradece, y los pequeños actores están para comérselos.

«La Guerra del Planeta de los Simios» no es una más de la serie ya clásica en el universo de la ciencia-ficción. Con unos personajes claramente definidos, un inteligente guión, una puesta en escena oscura, por no decir siniestra, y una historia terrible, de venganza y de inútil resistencia personal ante los violentos hechos consumados. La película es un prodigio de ritmo y de acción. Y, sobre todo, está en ella Andy Serkis, un César al que hay que escuchar (se recomienda encarecidamente verla en versión original) y mirar a los ojos, en esos primeros planos que por fin le hacen justicia. Alguien que llena la pantalla así, se merece sobradamente el premio al mejor actor (a pesar del maquillaje).

 

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