El árbitro cegato y sordo
Como comentarista, no puedo por menos que sumarme a la hilaridad que provocó una decisión arbitral al final del partido que enfrentaba a 4ºA y 4ºM.
Quedan dos en pista en los de Daniel Delgado. Saca Alejandro Fernández una bomba desde su banda para intentar que le llegue la bola, lejos, en el campo de ataque, a Jean Carlos Bobadilla. Carlos Masía corta el balón limpiamente, delante de su adversario, y lo pasa sin que caiga el balón al suelo. Mientras la vista del señor colegiado se dirige en dirección al juego, Jean Carlos tropieza, quizás en su intento de recular hacia atrás, y cae. Inopinadamente, y en la creencia de que que se ha producido una falta (zancadilla o codazo), suena un pitido y es el Sr. Torres que pita falta (de 2 tiros, por bonus). Estalla la grada en carcajadas y jocoso alborozo, mientras el árbitro no sabe dónde meterse, Jean Car falla los dos lanzamientos. Acaba el partido, (menos mal), con 7 arriba para 4ºM. El chascarrillo final es el espantoso ridículo en el que ha incurrido el que suscribe.
Tengo que decir que un árbitro no adquiere el sobresaliente «cum laude» hasta que no pita una personal de oído sin haber visto ni gorda, siempre que sea protestada pero luego reconocida por el infractor. En la jugada citada, ni la vi, ni la oí (más que nada porque el siempre discreto Jean Carlos ni siquiera hizo el más mínimo ruido al caer). Con lo cual esperando estoy la llamada del Comité de Competición (yo mismo) para ver por cuántos partidos se me suspende (me merezco lo que me echen).
Después de lo cual tengo que decir que que hubo dos encuentros en la cancha. Hasta la quinta falta de Daniel Delgado y después de ella.
Tras un igualado primer cuarto (4-3 para 4ºA), los favoritos se fueron de seis al descanso (14-8), con una actuación estelar de su capitán, que ofreció un recital de rebotes, tapones, entradas al contraataque y penetraciones, y abusó especialmente de su estatura bajo el aro contrario (la pesca «del salmón»). Sin embargo, su faceta «marrullera» salió a relucir. No contento con haber intentado «colar» a un «ilegal» en el partido (le costó una técnica), cometió otra absurda en un tiro libre enemigo. La quinta falta hizo justicia al primer grave error del que les habla (con dos técnicas un jugador es descalificado, y Daniel metió unos cuantos puntos después de la segunda).
Cuando se retiró, ganaban de cinco, y los rivales empezaban a dar muestras de nerviosismo. No Carlos, que se multiplicaba en defensa, reboteaba, cortaba balones y hasta ponía tapones (uno fue espectacular, sobre la estrella del equipo contrario), muy tranquilo y eficaz, sino las chicas, que asistían impotentes a la demostración de poderío del versátil jugador de 4ºA.
La remontada no se hizo esperar. El último cuarto fue de Lucía Fernández, que con sus buenos movimientos en la zona, su dominio bajo los aros (notoriamente la más beneficiada por la ausencia del Sr. Delgado) y su eficacia en el tiro, terminó con la resistencia numantina de los pocos efectivos que quedaban en las filas rivales. Fue la máxima encestadora de los suyos (ocho puntos).
Por los vencedores cabe hacer notar, además, la gran actuación de todo el equipo. Hasta seis jugadores anotaron. María Figueroa estuvo segura y eficiente en la subida y la circulación del balón, pasando siempre con acierto, aunque apenas se atrevió a tirar. Destacó, no obstante, con varias asistencias y unos cuantos rebotes. Natalia Hernández aportó su velocidad y su clase llevando la bola. Dirigió con acierto varios contraataques que culminaron sus compañeras, aunque le faltó algo de tino para encestar los que finalizó ella. Raquel Chaves defendió bien y ayudó lo suyo en el rebote, colaborando con un bonito triple en la anotación. El debutante Carlos Masía, del que ya he hablado, pareció un veterano, con lo cual queda dicho todo. Aguerrido en defensa, suya fue, además, la falta «imaginada» del final, que soportó con humor (¡te querría yo haber visto si el marcador llega a estar apretado!). Tania Hernández hizo un grandísimo trabajo. Luchó lo indecible bajo ambas canastas y metió dos puntitos que no le hicieron justicia, porque se mereció más. Celia Martín sobresalió en los momentos culminantes con su eficacia anotadora (cinco en el último cuarto ya no son «puntos», son «puntacos»), pero es que encima aportó su aplomo y su seguridad habituales. Marta Vallejo hizo notar sus dotes atléticas y su velocidad para dejar tirados a los chicos en unas cuantas ocasiones. Culminó con acierto un precioso contraataque. Irene López, fuerte y rápida, como siempre, escolta «gemela» de Celia (entre las dos hacen un buen base, que, a falta de Fidel, no está mal), defendió bien y anotó mejor aún (dos canastas).
Por lo que se refiere a los esforzados muchachotes de 4ºA, hay que decir, primero, que éste que les habla pita siempre igual (muchas faltas), y que no puedo estar condicionando mi arbitraje por la escasez de efectivos de ningún equipo. Tampoco tengo la culpa de que Iván se fuese cuando era más necesario o de que Víctor, Antonio Blanco o Daniel González no apareciesen. La falta de organización, por decirlo suavemente, parece más bien un caos. Y por cierto, hecha la vista gorda con Daniel Uría, aunque, evidentemente, me niego a comentar su actuación (es del equipo de 2ºX), os diré que con cuatro jugadores también podíais haber jugado. Y erais cinco al principio, con lo cual, pocas disculpas por lo que pasó puedo aceptar.
Dicho lo cual, comentaré cómo estuvieron los que me faltan. Gonzalo Marín defiende fuerte, pero le hace falta más rapidez de piernas (el cuerpo y las manos son responsables del 90% de las faltas). Luchó mucho y colaboró eficazmente bajo las zonas. Lo mismo cabe decir de Iván Herranz, que aportó, además, una canasta. Los aguerridos supervivientes de la batalla, Alejandro Fernández y Jean Carlos Bobadilla, mantuvieron el tipo y la dignidad a pesar de las circunstancias. No se rindieron en ningún momento y vendieron cara la derrota. Ambos rebotearon bien, y Alejandro anotó tres puntos además. Jean Car tiene que controlar un poco sus nervios (es mucho mejor jugador que lo que demuestra en el campo).
A destacar, por último, la faceta del capitán como entrenador. Acertó con las instrucciones precisas (esa presión al inicio del cuarto período fue muy valiente), a pesar de lo cual fue imposible la victoria.