Liga Interna 2016 -17 (3)

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Se esperaba con gran interés el partido entre 1ºH y 1ºX, por varias razones. Primero, para comprobar el rendimiento del nuevo equipo de los «cambiacapas» Francis Nuñez y Daniel Uría. Segundo, para celebrar el regreso a las canchas de la profe Bea, a la que sus problemas físicos hicieron retirarse prematuramente hace tres años. (el interés se hacía extensivo a la capacidad de la gran jugadora y estratega para «controlar» la «furia desatada» de su dominicano compañero. Y tercero, por conocer la capacidad competitiva de los de Adrián López (debutante en la Competición), un grupo de curtidos, esforzados y «cancheros» jugadores.

Los de 1ºX comenzaron a toda mecha. Un triple de su capitán y una canasta de Alonso les hicieron terminar con un 5-0 un primer cuarto caracterizado por unas defensas feroces. El parcial se repitió en el segundo cuarto, gracias a un Adrián con un asombroso porcentaje de aciertos. El 10-0 del descanso era más que deshonroso para los «expertos» Beatriz, Francis o Fidel, pero la desigualdad iba a desaparecer como por «ensalmo».

El despertar de la bestia

Después de una serie de desaciertos verdaderamente lamentable, Francis decidió tomar las riendas. Su primera canasta apenas supuso un mohín de malestar de sus enemigos, que iban ganado ya de trece, pero el último cuarto, que comenzó con una preciosa asistencia (¡¡!!) del susodicho sobre Bea, fue otra cosa. Con un triple y dos canastas más, puso a los suyos solo cuatro abajo.

Quedaban dos minutos para el final y el «¡vamos a jugar tranquilos!» de Luis a sus compañeros resonó algo falso en las mentes de los de negro, que no se creían el vendaval que les estaba cayendo encima. Pero cuando atacaban los de 1ºH para ponerse a dos o a uno, sucedió lo inesperado. Una jugada desgraciada entre Antonio y Francis, en la que Adrián tiró de veteranía robándoles la cartera, decidió el choque. Su escapada acabó en canasta y tiro adicional (que además metió). El 18-11 final coronó al capitán de 1ºB como MVP, y certificó la merecida victoria del más compensado de los dos equipos.

Por los de 1ºH, que se divirtieron lo suyo, a pesar de la derrota, jugaron:

Iván Herranz y Víctor Herranz, hiperactivos y atléticos, omnipresentes en todas las jugadas, parecieron cuatro, más que dos. Multiplicándose para defender, en jugadas las que se convierten en auténticas «lapas» (por no decir «sanguijuelas»), terminan agotando a los atacantes que les tocan en suerte (¡hombre, alguna falta hacen, y algún hachazo reparten, aunque luego nunca han sido ellos!). En ataque, su movilidad les permite conseguir buenas posiciones de tiro, lo cual no es garantía de canastas, sino más bien de rebote para el equipo contrario (deben aprender a tirar de cerca). En la subida y la circulación de balón se muestran, no obstante, seguros y certeros en el pase.

Beatriz Mínguez, capitana de «facto», hizo de coach, asesora táctica y hasta asistente espiritual. Imprescindible en labores de organización e intendencia, subió la bola con acierto e impuso la lógica en los movimientos ofensivos (que a veces eran verdaderamente «ofensivos») de su equipo. A pesar de notarse sus carencias físicas (demasiado hace con estar), y de no bajar en los contraataques (lo cual no es problema, por la abundancia de «atletas» entre los suyos), mostró su calidad con una acertada selección de tiro, que tuvo el premio en la ya comentada canasta del partido.

Antonio Blanco, la joya que sigue sin pulir, ganaría millones (ofertas de la NBA incluidas), si aprendiese a meterlas desde debajo. La asistencia que dio Francis a Bea la veo, en mis sueños, multiplicada por 10 y convertida en 20 puntos de Antonio (con un salto, además, que convertiría sus tiros en imposibles de taponar). Luchó y corrió lo indecible, subiendo el balón con su «ortodoxia» particular y sus «dribligs» imposibles. Su falta de fundamentos defensivos le terminó haciendo abandonar el campo por 5 faltas (de las cuales, claro, solo hizo una, je, je, je).

Francis Núñez, individualista feroz, ha recalado además en un equipo en el que no hay tiradores. Salir de ese atolladero es un problema. Solo Bea (que, de momento, no está para muchos trotes) y Fidel (que solo puede colaborar de manera puntual), son finos estilistas. Ante eso, ¿existe alguna solución que no sea «chupárselas» todas? Pues sí, y ahí es evidente que la labor que tienen que hacer sus compañeros no es poca (aunque tampoco difícil). Vamos a ver. El mejor defensor del equipo rival (siempre), más uno ayudándole (casi siempre), y un tercero atento y cercano (muchas veces), ya son más de medio equipo contrario marcando a uno solo. De ahí pueden salir pases y pases y más pases para los «no tiradores», desmarcados y tranquilos, que se deben situar bajo la canasta, o en todo caso, cerca (cerquísima) de ella.

Del chaval en cuestión, poco hay que decir. Hizo lo que pudo, con sus nueve puntos (incluido un triple), pero la desesperación de verse solo en la anotación no es buena consejera, y tampoco tiene facilidad de controlarse cuando se ve con el balón y rodeado «solo» de cuatro jugadores enemigos. Se supone que mejorará, con los partidos, hacia esa tranquilidad que le hace falta.

Gonzalo Marín, luchador y guerrillero, aporta en valentía y arrojo lo que no puede dar en cuanto a técnica individual. Su intento de cortar un contraataque contrario le valió una espectacular caída (con retirada inmediata «en camilla»), que bien pudo haberle supuesto una grave lesión. Esa temeridad (que además era falta antideportiva, que no se pitó) le pudo costar cara, pero no fue la única, y le debe hacer comprender que para defender bien no hace falta emplear la fuerza (y mucho menos la contundencia), sino solo las piernas. El «pupas», por lo demás, estuvo sobrio y seguro con el balón, ayudando además en el rebote.

Fidel García-Gesto solo pudo jugar (por imperativos académicos) un cuarto y pico. Dejo muestras de su buen hacer, aunque sus penetraciones no tuvieron la eficacia habitual. Con él en el campo hubo muestras de orden y de movimiento de balón. Su presencia entre los de 1ºX se vuelve imprescindible, junto a Bea, para que las cosas no se desmadren.

Daniel Uría fue el jugador potente y reboteador que los suyos nececitan. Mucho más tranquilo que Antonio, saca bien la pelota y controla muy bien sus acciones. Defiende bien y elige siempre la mejor opción para pasar. Lástima su falta de tiro, pues se podría decir de él lo mismo que de su colega: podría meter muchos puntos bajo canasta. Tampoco sería «moco de pavo» que aprendiese a coger la posición en el rebote, pues ya solo tirando de su potencia coge muchos (¡esa Bea!).

El equipo, a pesar de todo, tiene una pinta buenísima. Y es que garantizado el rebote con Antonio y Daniel, con la aceptable y pegajosa defensa que aportan los demás, y la presumible potencia anotadora de los tres baloncestistas «puros», el futuro es suyo (es decir, las mejoras se anuncian notorias e irremediables).

Los de 1ºX lo hicieron así:

Alonso Romero demostró que sigue siendo un esforzado deportista y un compañero de fiar. Aprovechando su velocidad y sus apreciables fundamentos, sacó el balón al contraataque en varias ocasiones, con regates a veces arriesgados, pero casi siempre exitosos. En estático fue también un elemento importante, pues supo romper la zona con su habilidad. Sigue teniendo el defecto de la «paradinha» marca de la casa cada vez que se sitúa para tirar (solo le pasa viniendo en carrera, no cuando está quieto), que solo en ocasiones el árbitro juzga como pasos «de salida» (en otras, le perdona). Fino tirador, no obstante, metió una buena canasta. En defensa, combinó grandes aciertos (robos de balón), con personales algo absurdas (no solo la quinta, que hizo con la clara idea de «borrarse»)

Adrián López fue capitán y líder, jugando como un veterano, que solo después de jugar muchos partidos oficiales sabe lo que tiene que hacer en cada momento en el campo. Anotó con regularidad, y demostró que, a pesar de ser más bien escolta, se desenvuelve bien como 1, 2 ó 3, e incluso puede jugar de 4, colaborando en el rebote (no le quedó más remedio). Entra a canasta con velocidad y potencia, tira bien de cuatro metros e incluso se marcó un triple importante. Su robo de balón en el último cuarto fue definitivo, cuando la  remontada rival estaba en su apogeo. Estupendo en todas las facetas, estuvo muy acertado defendiendo al dominicano rival, sobre todo en los tres primeros cuartos (en el último no pudo nadie con él).

Abel Alameda no estuvo tan brillante como en algún partido que un servidor ha visto, pero colaboró con su lucha infatigable tanto en defensa como en ataque. Muy seguro en el pase y muy veloz cuando le tocó subir el balón, no tuvo suerte con la canasta rival (faltó, esta vez, su acostumbrado triple).

Iván Ortíz fue el de siempre. Rudo defensor y seguro pasador, no carece de fundamentos para manejar el balón, protegerlo con acierto e incluso, a pesar de su cuerpo de «power-forward» (alero fuerte), regatear sin problemas, demostrando una agilidad sorprendente. En ataque estuvo recatado, a pesar de que sabe tirar «fino».

Luis Sanchidrián, actuando de pívot (labor que en este equipo le va a tocar), de base y de alero (posiciones que le gustan más, pero que ahora no convienen a los suyos (¡no haber crecido tanto, macho!), estuvo sobresaliente. Le disputó los rebotes con éxito (sobre todo bajo su aro) a Antonio y a Daniel, e incluso lanzó contraataques con fantásticos pases de balonmano (dificilísima suerte esta, propia solo de grandes pivots) al palomero (Adrián). En ataque estuvo discreto, y, aunque lo intentó, solo consiguió una canasta. Pudieron ser más, pues siempre hizo una buena selección de tiro. Fue también el jefe en la cancha, ante el más afable carácter de su capitán, intentando tranquilizar y dar indicaciones a su equipo.

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Los inventos que cambiarán vuestras vidas

El futuro ya está aquí. ¡Qué miedito!

El futuro ya está aquí. ¡Qué miedito!

La realidad virtual, el grafeno, los implantes en el cuerpo, los robots, la impresión 3D… Son solo algunos de los avances del impresionante «hit parade» por el que están «peleando» los científicos (y/o los inventores) del mundo mundial. En el siguiente artículo puedes leer y «empaparte» sobre todas y cada una de nuevas creaciones humanas (y divinas) que envolverán vuestras vidas en los próximos años.

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Las máquinas más pequeñas del mundo

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¿Robots o moléculas? Pues las dos cosas

Al ponerle categoría a esta entrada, os juro que no sabía qué hacer. Si hablamos de nanorrobots, estamos en Tecnología. Pero si reducimos el campo de acción a las moléculas, ya nos movemos en el campo de la Química (Ciencias Naturales), porque es que además, los descubrimientos de los que vamos a hablar han servido a sus protagonistas para ganar el Nobel de este año. Y si tenemos en cuenta que también hay una categoría de Mundo Científico y otra de Historias Mínimas, pues comprenderéis que esté hecho un lío.

Bueno, dejaré de mirarme el ombligo e iré al grano. Uno de los tres galardonados con el citado galardón ha estado en España, donde ha estado hablando de sus experiencias. Se deben a él el primer motor molecular que se activa con luz o un coche con tracción a las cuatro ruedas unas 1.000 veces más pequeños que el grosor de un pelo humano. Se llama Ben Feringa y quizás leyó de pequeño el «Viaje Alucinante» de Asimov. A vosotros, que seguro que habéis visto «El Chip prodigioso», os interesará lo que sigue:

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Liga Interna 2016 -17 (2)

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Los Disfrutones

El partido entre 1ºA y 4ºB fue muy divertido, sobre todo para uno de los dos equipos. Los mayores ganaron 30-16, pero, sobre todo, se lo pasaron pipa. Y a un profano que lea esto, le parecerá un tópico que se lo pase bien un grupo que consiga esa diferencia. Pero yo, que he visto perder a Daniel Delgado y compañía (comportándose exactamente igual), sé de lo que hablo. El desparrame en la cancha, que no llegó al punto de burlarse de los adversarios (el árbitro no lo hubiera consentido), fue quizás excesivo, pero expresa a las claras la filosofía con la que se toman el juego estos muchachos, que son capaces de contagiar con sus risas al mismísimo Pedro Tomás Carrasco, una de las estrellas de la Liga, que por mor de sus resultados académicos (casualidades de la vida, lo llamaría otro) ahora está en un equipo favorito al título, en vez de quedarse sin jugar todo el año (cosa que han logrado sus ex-compañeros).

El partido comenzó siendo un monólogo de 1ºA. La buena voluntad de los de 4º no tuvo relejo en el marcador, que arrojaba un despiadado 14-0 en el descanso, culpa, sobre todo, de un enchufadísimo Pedro Tomás, y de la colaboración de Daniel y de Rubén Ajenjo, que con un triple, consiguió la única canasta de una actuación plena de (divertidos) desaciertos y desastres.

La segunda parte comenzó con una valiente y decidida presión de los pequeños, que igualaron no solo el juego, sino el marcador (16-16 fue el tanteo en los dos últimos cuartos). La actuación notable de todo el equipo, la defensa numantina de su canasta (ante un enemigo muy superior en altura y potencia) y la más que afinada puntería en ataque, con cuatro jugadores anotando, solo pudo ser contrarrestada con el Pedro-sistema, un invento al que este modesto comentarista le augura bastante futuro en la competición: rebote de Alejandro Fernández y pase de balonmano al palomero-estrella.

El resultado (30-16) no hace justicia a los de 4ºB, pues, a pesar de que la victoria de sus rivales no estuvo nunca en peligro, no es normal que se quedasen dos cuartos sin anotar. Eso, a la postre, fue decisivo.

Mis ex-alumnos de Física y Química jugaron así:

Ángel Riesgo jugo serio y discreto, aunque el más llamativo (y positivo) suceso táctico de su equipo (la ya comentada presión de los inicios de la segunda parte) llevó su autoría. Estuvo también recatado en el tiro, aunque alguna pudo meter. Defendió bien y fue el principal responsable del orden en ataque de los suyos.

Iván Morillas estuvo hiperactivo y omnipresente. Defensor esforzado de Pedro Tomás, subió el balón siempre con potencia y velocidad, con arriesgados (y exitosos) driblings incluso delante del hijo de JuanPe. Tuvo su premio con una canastita en el último cuarto. Fue el alma de su equipo, sobre todo por su lucha bajo los aros (territorio totalmente hostil, ante la superioridad física de los enemigos).

Alberto Sebastián dejó muestras, una vez más, de su seguridad e inteligencia en el juego. Defendió con arrojo, y en ataque pecó de timidez, y es que quizás le falta algo de técnica de tiro (flexión de piernas y bombeo de balón, tienen la culpa, como bien sabe el alumno que fue de la Escuela de Baloncesto).

Adrián Fernández llevó el balón, casi siempre, con acierto, aunque no es base. Se gusta botando y disfruta especialmente con los «coast to coast», aunque lleva un deportivo sin frenos (tú ya me entiendes). Si doblase el balón a los tiradores y aprovechase más su altura y su envergadura, (explíquelé alguien lo que es el «pick and roll», por favor), los suyos darían un salto de calidad, sin ninguna duda. Ayudó mucho en el rebote, pero debería pelear el de ataque e intentar pescar puntitos bajo el aro contrario. A pesar de todas estas críticas, metió 3 puntitos, lo que tampoco es moco de pavo.

Hugo Flores jugó con soltura de veterano, ayudando a subir el balón, moviéndolo con criterio en ataque y repartiendo instrucciones a diestro y siniestro. Peleó en defensa, pasó el balón con criterio y metió tres puntos, que pudieron ser cerca de diez si le llegan a ser propicios los hados.

Santiago Prieto hizo una apreciable labor como recio defensor, ayudando en el rebote, y mostró seguridad e inteligencia en ataque. Debe aprender a bloquear, pues en su equipo hay algo que está claro: él y Alberto tienen cuerpos fortachones, y tanto Ángel como Iván son rápidos y hábiles penetradores. No tengo más que comentar.

Carlos Nuevo, olvidó su timidez inicial (parte de culpa en la nula primera parte de 4ºB la tuvo su pasividad en el tiro) y explotó su calidad en los dos últimos cuartos. Fue el artífice del empate que se fraguó en ese período, con cuatro canastas como cuatro soles. Hizo más daño cuando penetró por el centro o los lados, que por la línea de fondo, pues tiene un gran tiro a tablero (Adrián pagaría millones por tirar así, o como Hugo).

Francisco Tielas estuvo cerca de ser el gran jugador que puede ser. Su autocontrol fue casi perfecto. Tiró apuntando a canasta y con finura, y aunque eligió mal los sitios (siempre laterales), debieron entrarle más de una. Defiende con garra, y con su rapidez, debería anotar con facilidad penetrando (si practicase la frenada, sería un crack).

Los vencedores me merecen estos comentarios:

Rubén Ajenjo debutó «legalmente», en la Liga Interna, tras un tiempo en el ostracismo. Demostró que no se le ha olvidado jugar, pero los nervios le hicieron fallar más de la cuenta. Se tomó con buen humor sus desastres (en lo cual tuvo la inapreciable ayuda de sus «amigos»), entre otras cosas porque en su primer tiro a canasta clavó un impresionante triple, provocando la escapada en el marcador (que al final sería definitiva) de los suyos.

Pedro Tomás Carrasco fue el líder indiscutible del equipo, haciendo y deshaciendo y feliz de estar en la pista. Metió tres triples y falló alguno más, como uno que intentó con chulería: contraataque y salida a la línea, para tirar de lejos en vez de asegurar la canasta de dos. Suya fue la ocurrencia de dejar cuatro a defender y quedarse de palomero, lo cual hizo disfrutar mucho a los suyos (y a los adversarios también, que se encontraban una defensa desguarnecida), y puede ser un recurso para futuras empresas. MVP del partido, con 17 puntos y su catálogo habitual de penetraciones de fantasía y su generosidad en el reparto de asistencias.

Daniel Delgado, la alegría de la huerta (honor en el que ya se adivina dura pugna con Francis el «cambiacapas»), llevó la voz cantante en el comentario de las jugadas de su equipo. La hilaridad no pasó a mayores, pero sí provocó ciertas discutibles decisiones arbitrales (unas cuantas «zonas» que, en un ambiente de más seriedad, quizás no se hubieran pitado)., para evitar que el «cachondeo» no pasara a mayores. Reboteó, defendió bien y anotó con regularidad, con cinco bonitas canastas. Se le espera con más seriedad (va a ser que no) en partidos más comprometidos.

Alejandro Fernández, ya convertido en «estrella», va camino de convertirse en máximo reboteador del Torneo. La jubilación de Raúl Orejana ha permitido que aparezca y reluzca este individuo, pleno de facultades físicas, buen saltarín, despiadado taponador, excelente pasador (sacar el balón a una mano tras poderoso rebote  no está al alcance de todos), y correcto manejador del balón, al que solo faltan habilidades de «pescador» bajo el aro contrario para ser un gran anotador.

Cristina Gálvez estuvo rápida y vivaracha, como ella es. Defendió con garra y sin cortarse un pelo, y se las hizo pasar canutas a Ángel y a Iván para sacar el balón. Al Sr. Morillas le robó una bonita cartera (de piel de cocodrilo), dejándole casi sentado. Tímida en ataque, se preocupó más de mover y pasar bien el balón que de mirar al aro, aunque tiene un fino tiro que no practicó.

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Liga Interna 2016 -17 (1)

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Interesantes debuts

El estreno del nuevo logotipo nos sirve para inaugurar la temporada. El comienzo fue jugoso. El primer equipo que se apuntó, que fue el de las chicas, contra los curtidos chavales de 1ºX, acompañados de un invitado especial.

La lluvia amagó, pero respetó el evento, sobre el que hay que decir que había una inusitada expectación. No solo por ver en acción al tal Francis Junior, sino por comprobar cómo se desenvolverían las muchachas de negro con el concurso de uno de los cracks de la Liga pasada, el denominado «Carlos Guti».

El partido comenzó con todo el mundo frío (0-0 en el primer cuarto), que es una manera elegante de decir que nadie dio pié con bola durante diez minutos. «Predominio de las defensas» dirían los enterados. Pero en el segundo cuarto se desataron las hostilidades, con los mayores mostrando su «empaque» (cuatro jugadores anotaron) y su estrella haciendo volatines y piruetas por todos lados, mientras que las de 4ºM se defendían como podían, gracias sobre todo a su poderoso pivot. Con 8-6 se llegó al descanso.

El tercer cuarto supuso el despegue de los de Adrián López, con un 12-4 que dejaba las cosas vistas para sentencia (sobre todo viendo los pobres guarismos en los que se movía la anotación). Los culpables fueron los robos de balón, provocados, sobre todo, por la presión de los chicos, que dieron lugar a contraataques mortíferos, culminados, sobre todo, por Alonso y el capitán.

Con 20-10 comenzaba el período definitivo. Las chicas (y su paladín) echaron el resto, y fue cuando mejor jugaron. Sus enemigos mantuvieron el tipo, a pesar de que se vieron solo cuatro puntos arriba. Su superior artillería, a pesar de una aparente inferioridad bajo los aros, fue decisiva. El resultado final, quizás demasiado abultado para lo visto sobre el «parquet», mostró la victoria de 1ºX por 28-18.

Los vencedores jugaron así:

Adrián López, nuevo en esta plaza, mostró su sabiduría baloncestística como base reputado (y escolta o «palomero» cuando se requería). Controló bien el «tempo» del encuentro (cuando pudo, porque la presencia «eléctrica»de uno de los suyos sembró a menudo el caos), defendió bien, dificultando la subida del balón rival y robó balones que terminaron invariablemente en canasta. Sin hacer grandes florituras, sino con su discreta eficacia (a pesar de algún espectacular contraataque) terminó con 10 puntos, ganándose merecidamente el honor de ser el MVP.

Luis Sanchidrián estuvo bien en la subida y el movimiento de balón, defendió con ardor y en la anotación estuvo más que correcto, con dos canastas, a pesar de un porcentaje discreto en el tiro. No faltaron sus voces llamando la atención a sus compañeros cuando hacía falta (en este sentido, tiene más madera de líder que su capitán).

Iván Ortiz estuvo eficaz en defensa y mostró su seguridad y buena técnica con el balón. No se atrevió a tirar (es normal «cortarse» con tanto «anotador»), pero ayudó lo suyo en el rebote y en ataque.

Carlos Martín fue un baluarte en el rebote, y destacó también como escolta (labor que le gusta más que la de pivot), protagonizando algún ataque con su veloz conducción de balón. A pesar de ello, su equipo le va a necesitar más bajo el aro. Una canastita suya subió al marcador, pero alguna que otra se le salió de dentro.

Abel Alameda no fue el explosivo «ladrón» de balones de anteriores ocasiones ni tuvo suerte en los lanzamientos. Lo intentó, no obstante y dejó muestras de su aguerrida manera de defender. Inapreciable también su colaboración en la subida y el movimiento de balón.

Alonso Romero ayudó también lo suyo en la defensa, colaborando en el rebote y ejecutando algunos contraataques y penetraciones espectaculares. Fue uno de los artífices del despegue de su equipo en el tercer cuarto, con dos valiosas canastas (6 puntos en total).

Adrián Saugar tuvo un difícil debut. No solo por la presencia del que «chupaba» cámara a su lado, sino por el abrumador predominio en el equipo de bases y escoltas como él. Le tocó colaborar en el rebote, pero su labor fue meritoria en la subida del balón y en el orden del juego en ataque. Resulta, por sus fundamentos y su aplomo jugando, esencial en el juego. No se prodigó en el tiró, pero ya le llegará su momento, pues es un buen anotador.

La Amenaza Fantasma

Francis Nuñez fue la alegría de la huerta. No solo por lo que le gusta jugar y lo que disfruta en la cancha, sino porque su presencia, eléctrica y caótica, no solo siembra el pánico entre las filas contrarias, sino la confusión en las propias. El de Brooklyn (y si no lo es, lo parece por su forma de jugar) fue el protagonista cuando estaba en la pista, si no por su eficacia, si por sus filigranas, sus regates, su velocidad y su potencia. Su capacidad anotadora será terrorífica cuando consiga moderar la rapidez de sus penetraciones. Tuvo que conformarse con tres canastas, aunque eso si, una de  ellas de fantasía, de espaldas a canasta (si la llega a fallar, sus compañeros le cuelgan). De momento, su juego es solo fantasmal, solo asusta, aunque puede resultar demoledor (si logra encauzar su talento natural para este deporte). Va a ser uno de los grandes animadores de la Liga.

Los de 4ºM se desenvolvieron de aquesta manera:

Marta Vallejo fue, como siempre, el alma de las suyas (aparte de la capitana). Su garra, su rapidez y su potencia fueron fundamentales a la hora de sacar el balón (es la única capaz, en su equipo, de irse en velocidad después de regatear a su defensor). Estuvo remisa en ataque, y debió entrar más a canasta. Muy bien en defensa y muy segura en el pase.

Tania Hernández fue un baluarte bajo los aros, sobre todo en el propio, donde, aparte de coger rebotes, repartió bonitas «canciones» de parte de un famoso dúo catalán (Estopa). Ayudó lo que pudo en el movimiento de balón, pero tiró poco, y mereció algo más en ataque.

Natalia Hernández fue la de siempre. Estupenda en el pase, en el manejo de balón y en la defensa, supo hacer siempre lo más inteligente. Aunque alguna falló en ataque y en su debe también hay algún que otro balón perdido, metió una preciosa canastita. Debe penetrar más en la zona, que es donde su tirito puede hacer daño.

María Figueroa luchó mucho, como acostumbra. Ayudó a mover el balón y eligió siempre los mejores pases. Hizo una buena selección de tiro, y pudo meter algún triple (aparte de su canasta de costumbre).

Raquel Chaves, defensora incansable, colaboró en el rebote y en la subida de la pelota. Aunque no se prodigó en ataque, estuvo segura y jugó con su sobriedad habitual.

Lucía Fernández ejerció de pívot dominante. Se hinchó a coger rebotes, aprovechando la ausencia de altos en el equipo contrario (saltarines si había, pero a esos esta chica se los toma de aperitivo). Cuando coincidió en el campo con «su» Guti, el dominio fue insultante. Lástima que tengan que repartir entre ellos dos el tiempo de juego, porque ahí podría haber estado una de las claves del partido (con ambos juntos 30 minutos en cancha, tengo serias dudas de lo que habría pasado). Metió solo una canasta, pero pudieron ser más, sobre todo en el último cuarto, en el que estuvo soberbia.

Irene López condujo el juego de las suyas con su habitual sabiduría. Lástima fue que hubo de habérselas con un «bicho» ávido de robar balones (hasta que le comentaron a Francis que también podía defender en zona, las pasó canutas). Su equipo echó en falta sus canastas, pues en sus penetraciones o en su tiro siempre muestra su eficacia.

Celia Martín hizo de escolta y de base, como siempre. También se encontró con problemas en la subida de la bola, pues Abel y Adrián se contagiaron por momentos del «ansia viva» de su compañero el debutante, pero casi siempre resolvió el entuerto con criterio. En su medio campo se encontró en numerosas ocasiones con el «malabarista» y su labor en el balance defensivo, molestando el tiro y tapando espacios (también Marta e Irene ayudaron en eso) fue de mérito. En ataque pudo encestar más (solo una canasta) y se echó en falta algún que otro triple de los suyos.

Carlos Gutiérrez fue la guinda que le hacía falta a este grupo de buenas «canasteras». Yo me lo imaginaba cogiendo los rebotes de ataque y sacando balones para que las chicas bombardearan la canasta rival a discreción. No le hacía en el papel de encestador, pero mira por donde ha aprendido a meterlas donde duele, y sus 10 puntos son un aviso de lo que puede dar de sí. Como taponador sigue siendo un peligro. Se encontró mucho más a gusto con Lucía a su lado.

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Un genio olvidado

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La vida de Alexander von Humboldt (1769-1859) no tuvo desperdicio. Ecólogo, geólogo, aventurero, pensador, agitador político y social, su huella ha sido fundamental en la moderna historia de la ciencia. Amigo de Goethe y de Thomas Jefferson, el naturalista berlinés influyó decisivamente en la teoría de la evolución (que Darwin publicó solo meses después de su muerte) y se le considera inspirador fundamental de la hipótesis de Gaia, de James Lovelock.

Muchas huellas hay de él en la geografía mundial, y hasta la meteorología le debe la invención de las isotermas y las isobaras. Sin embargo, el injusto olvido en el que su nombre ha caído merece ser reparado.

Es lo que ha intentado Andrea Wulf, autora de una magna biografía («La invención de la naturaleza»)  que recientemente se ha publicado.

En el siguiente reportaje podéis conocer algo más sobre el genio alemán.

Haz clic aquí

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Una nueva era geológica

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Las explosiones nucleares dejan una huella indeleble sobre nuestro planeta

El Holoceno ha terminado ya. Lo dicen reputados expertos. Los humanos hemos conseguido que nuestras actividades alteren la evolución natural de la corteza terrestre. El nuevo período, que, según apuntan todos los datos, comenzó alrededor de 1950, ha sido llamado Antropoceno. Solo falta encontrar lo que los geólogos llaman «el clavo dorado», es decir, una señal en la Tierra que demuestre que ha cambiado el ciclo vital del planeta.

En el siguiente enlace puedes acceder a un reportaje sobre el asunto. Haz clic aquí.

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Surf terapeútico

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Instrumento para el tratamiento de ciertas enfermedades

Con la llegada del verano llegan los deportes de playa. Podría haber puesto una foto de bañistas jugándose el tipo en alguna orilla australiana, pero eso no tiene nada de terapeútico, porque todos sabemos que el surf es un deporte de riesgo. Sin embargo, su utilización como ejercicio para el tratamiento de algunas patologías (la lista de enfermedades donde ha demostrado ser eficaz es larga) es menos conocida.

Lo último, su aplicación en el autismo, ese tipo de esquizofrenia infantil que azota a muchas familias. La mejoría de los niños afectados (y practicantes) es, según dicen los monitores (y los padres), evidente.

En el reportaje que os añado (con vídeo incluido) lo cuentan bien. Haz clic aquí.

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Partido de las Estrellas 2016

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La Última Batalla de los Apaches

Cuenta la Wikipedia, y lo dicen también en el famoso western, que los apaches fueron ardientes y tenaces defensores de su territorio. Añado yo que solo fueron vencidos gracias al superior armamento y número de los enemigos.

Gerónimo, Natchez y Cochise se presentaron a la batalla sabedores de que era la última, y ante las huestes invasoras defendieron sus posesiones con uñas y dientes. Se tuvo que reunir a lo más granado de los «casacas azules» para rendirles al fin. Eso sí, para la historia quedan los tres anillos conseguidos y un sinnúmero de trofeos individuales.

Mercenarios cualificados y valerosos ayudaron a vender cara la derrota (suya fue también la Copa en la entrega de Trofeos). Una derrota que parece no valer nada, porque el Partido de las Estrellas es siempre una pachanga (en la NBA), pero que aquí en el cole se toma con sentimiento (no había más que ver las caras de los derrotados al final).

Y es que de «amistoso», nada. Había ganas de revancha, sobre todo entre los jugadores de 1ºZ, que esta vez se presentaron sobradamente preparados (y acompañados). El partido fue un «toma y daca» durante el primer cuarto, con la Selección llevando la iniciativa (Pedro Tomás Carrasco y Carlos Bodega, bien secundados por Fidel el profe) y los Campeones (con sus anotadores habituales) contestando con regularidad. Pero en el segundo llegó un bajón en el ataque de los mayores (unido a una sumaria defensa de sus rivales), y al descanso (tras un 6-1), se llego con ventaja de 7 para el combinado.

Cometieron dos errores

Otro western expresa bien lo que pasó a continuación. Es cierto que la parte de responsabilidad del árbitro por lo que pasó no es baladí (no escurro el bulto), pero la culpa principal en este que suscribe no fue la acción concreta que originó el incidente, sino no cortar de raíz la habitual tendencia a la verborrea de los concursantes (estando en el campo algunos de los significados «Piolines», la cosa podía pasar a mayores en cualquier momento). Si hubieran estado firmes, todos  sin excepción se hubieran dedicado a jugar, y santaspascuas.

Primer error

Principio del tercer cuarto. Choque de trenes. Raúl Orejana coge la posición de rebote sacando el codo «a pasear» (el del silbato la vió, pero no quiso pitarla), y en el subsiguiente ataque, Carlos Masía intenta una zancadilla alevosa (esta vez, el colegiado no se enteró). El pívot de 2º, con buen criterio, se sale del campo y se va al banquillo durante el juego para evitar la bronca (conocedor de su genio), pero, lamentablemente, lleva ya 4 personales, con lo que la irremediable técnica le elimina del partido.

He de decir, en mi descargo, que el agrio incidente se hubiera evitado si el codazo inicial se hubiera señalado con falta. Pero hubiera sido la 5ª, y no quise pitarla (eso lo hacemos los árbitros «asín» de veces, para no cargarnos el partido). El individuo causante del tema no se fue de rositas (fue expulsado por personales en el último cuarto), pero es cierto que en ese momento se quedó sin su merecida descalificante. Y es que, Sr. Orejana, para ver situaciones en las que no está el balón en juego, se necesita un segundo árbitro, porque yo solo me preocupo, y a veces no acierto ni en eso, de seguir el balón. Y «en diciendo» que hizo bien, le tengo que reconvenir en que hace usted muchas faltas, y tener cuatro en ese momento fue su perdición.

Segundo error

A partir de ahí, y tras un tercer cuarto heroico, en el que los de Carlos Gutiérrez (¡presente en el campo!) remontaron hasta quedarse a dos puntos (18-16), llegó el definitivo. Billy Avellán e Isaac Cruz pusieron toda la voluntad del mundo, pero enfrente estaban los pívots titulares de la Selección, y enchufadísimos: Carlos Bodega y su velocidad de movimientos, y Pedro Tomás tirando de tres. Solo el larguirucho de 3º y un esfuerzo extraordinario de las líneas defensivas exteriores (teniendo en cuenta que además estaba Cristina Blanco haciendo diabluras) hubieran conseguido tapar las múltiples averías de un navío que hacía aguas. El tanteo final (26-42) castiga más este segundo error, en mi opinión, que el primero.

Los protagonistas jugaron así. Primero, los apaches:

Raúl Orejana, aparte de lo ya comentado, estuvo notable en el rebote, feroz en la intimidación (su tapón al homónimo rival fue tremendo, de lo mejor del choque) y algo escaso en la anotación. Uno de sus fuertes, la «pesca», fue tratada con un cuidado extremo por la Selección, que en el rebote defensivo estuvo intratable. Debió aguantar en el partido y pensar más en sus compañeros que en su pique personal, aunque reconozco que era difícil.

Alejandro Mansilla defendió siempre bien, ayudó correctamente en la circulación del balón y estuvo excelso en ataque y, además, en los momentos de la verdad, con dos estratosféricos triples de los suyos (a piés juntos). Bien es cierto que se envaneció un tanto y falló luego, pero esos puntos dieron esperanza a su equipo durante muchos minutos.

Isaac Cruz ayudó en el rebote y defendió con el cuchillo entre los dientes. En ataque jugó siempre bien el balón, aportando seguridad y seriedad, aunque no tuvo muchas oportunidades de anotar.

Billy Avellán estuvo un poco más gris que de costumbre, aunque colaboró con su lucha y su poderío habituales en la defensa de su aro. A él y a Isaac les vino un poco grande la misión de luchar en solitario contra las torres enemigas. No tuvo suerte tampoco bajo la canasta contraria.

Juan Carlos Bernardino fue la principal víctima del orden y la disciplina de la defensa de la Selección. Sus penetraciones fueron muchas veces fallidas ante lo excesivo de la intimidación rival (dos taponadores como Carlos Bodega y Raúl López y un «leñero» como Carlos Masía). Los contraataques, otro de sus fuertes, brillaron por su ausencia (el balance defensivo del otro equipo fue soberbio), así que el máximo anotador del Torneo se fue con 5 escasos puntos y quejas por la dureza enemiga (cuando no protesta por las excesivas faltas, protesta por lo contrario, y es que el árbitraje, para él, nunca está «al dente»).

Alejandro Serrano ha terminado el año en gran forma, y fue el principal valedor de los suyos en la cancha. Con dos triples y dos canastas, fue el máximo encestador, pero es que, además, movió a su equipo muy acertadamente y defendió a su «demonio personal» (Cristina) de manera más que notable (aunque no pudo evitar sus asistencias, le dejo en cero de anotación).

Carlos Gutiérrez fue el que más debía haber jugado (sobre todo en ausencia de Raúl Orejana), e hizo equivocadas labores de capitán «altruista» en el último cuarto. Su modestia y honestidad (carece notoriamente de ese complejo de inferioridad que todos mostramos cuando expresamos muestras de nuestras ansias por ganar) fueron excesivas. Con él en cancha, como ya he comentado, los rebotes defensivos, y más de uno en ataque, fueron de 2ºX. Sin él, el reinado de Carlos Bodega se convirtió en dictadura. Cabe achacar también la cuestión a sus veteranos compañeros (Sr. Orejana, ¿para qué sirve usted en el banquillo?) Metió dos puntos, pero con tiempo de juego, al menos cuatro o cinco canastas hubieran sido suyas.

El Equipo que no lo era

Con algún contraataque espectacular, ciertas jugadas que parecían prediseñadas, asistencias a cascoporro y un movimiento de balón fluido y veloz, los de la Selección, que en principio eran una «banda» parecieron más equipo que sus rivales. Bien es cierto que la estructura que les sustentaba (1ºZ) contaba con buen «cemento», pero no desentonaron (casi todos) los invitados «especiales»

Sus integrantes merecen estos comentarios:

Fidel García-Gesto, base fiable y batallador donde los haya, llevó a su equipo con mano firme cuando estuvo solo en funciones de play-maker, pero en presencia de Cristina Blanco delegó (y ella, como buena niña, se dedicó a «sus labores», je, je, je), y se ejercitó en funciones de escolta penetrador, con notable eficacia (cinco puntos). Muy acertado estuvo también como capitán y entrenador, en el control de los cambios y en el reparto de papeles en defensa.

Pedro Tomás Carrasco, con ganas después de su lesión, y dispuesto a resarcir a algunos de sus compañeros de lo caras que han resultado sus ausencias, estuvo muy activo, tanto en defensa, con algunos rebotes importantes, como en ataque, con doce puntos (incluidos dos triples, uno de los cuales, en el cuarto parcial, fue definitivo). También hizo diabluras en el movimiento de balón (los pases entre Cristina, Carlos Bodega y él tienen lugar a veces a velocidad de vértigo y son prácticamente ¡a ciegas!). En la defensa de Juan Carlos Bernardino fue primordial.

Carlos Masía demostró que le venía grande el partido. Desubicado y ofuscado por no poder destacar, recurrió a las quejas, a la dureza y a los piques, tanto con los adversarios como con el árbitro, y es que no es lo mismo jugar de «figura» en su equipo, que tener que compartir tiempo de juego y no poder «chupar». Fue el único que desentonó. En su descargo hay que decir que a Raúl Orejana (el «culpable» de su mosqueo) se le escapan los codos con facilidad (y se le pita la falta con frecuencia) y coge la posición a veces con ciertas «malas» artes (y se le penaliza cuando se le pilla), pero de ningún modo la actuación del colegiado justifica su conducta. Cuando se dedicó al baloncesto, metió un par de canastas, pero volvió a las andadas al final del partido, provocando una quinta falta que terminó de convencer a la organización del evento de que no debía haber sido invitado. Mal.

Cristina Blanco y el manejo del «tempo» del partido fueron la misma cosa. Quien vió jugar a Corbalán (yo) no recuerda a nadie que se le parezca más: pasa, mueve el balón con velocidad, roba, asiste, lanza los contraataques, entra a canasta, tira de dos y de tres… Lo hace todo, y todo bien. Enorme. Fue la protagonista de las grandes jugadas del partido, con su tremenda visión y su generosidad para dar los pases decisivos.

Carlos Bodega abusó de los rivales gracias a su poderío físico. Se convirtió en protagonista máximo de la victoria, al anotar 10 puntos seguidos en el último cuarto (a la segunda de esas canastas tenía que haber saltado al campo como una exhalación Carlos Guti), lo que le convirtió en el MVP (además de máximo anotador) del partido. Sin embargo hay que hacer notar que en presencia de los titulares enemigos ya había metido 6 puntos antes. Su fantástica actuación debe ser achacada también a los que le conocen y le comprenden (y le buscan, y le encuentran): sus compis de 1ºZ.

Lucía Fernández hizo gala de sus cualidades de gran pívot. Mientras estuvo en cancha intimidó, cogió rebotes (alguno, muy notable, en ataque) y defendió espléndidamente. Se adaptó perfectamente a su función, aunque le faltó alguna canastita (estuvo muy comedida en el tiro).

Adrián Sevilla pagó un poco los nervios de su presencia al lado de las «estrellas». Supo disfrutar, no obstante, del tiempo de juego que le correspondió, y defendió con acierto, ayudando también a mover el balón con seguridad y criterio.

Carlos Martín, advertido de que podía jugar, por la ausencia de alguno de los nominados (figuraba de «suplente»), padeció la «indiferencia» de sus compañeros los tres primeros cuartos (Fidel ha entonado el «mea culpa», por no haberse enterado). Pero en el último entró y no sintió para nada la inactividad, porque estuvo magnífico, con cinco puntos (un triple y una canasta de dos), y destacando sobremanera. Ágil y valiente, dio muestras de su gran calidad.

Raúl López estuvo algo nervioso entre tantas figuras. En el rebote fue el añadido que hundió a los enemigos, algo escasos de efectivos en ese aspecto. En ataque jugó algo cohibido, y desde que recibió el enorme tapón de Raúl Orejana, más (fue una entrada muy lateral, que no debió hacer). Gracias a Dios los suyos ya tenían anotadores suficientes, y no echaron en falta su siempre notable aportación. En defensa, dejó también muestras de su capacidad de intimidación, colocando algún gorro «marca de la casa».

 

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La ciencia y los monstruos

 

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El sueño de la razón produce monstruos

Goya tituló con esa frase una de sus célebres Pinturas Negras. Ajeno a la ciencia, el genial artista dio en la diana, porque años después, la fascinación de la Ciencia y la Tecnología por crear seres en el laboratorio continúa con más fuerza que nunca.

Ello ha llevado a los responsables de la Fundación Telefónica a montar una exposición que, bajo el título «Frankenstein y el terror de la creación humana», muestra, desde una triple vertiente, la relación entre los monstruos y la imaginación de los de nuestra especie.

Por un lado, en la parte denominada «El doble», se expone todo lo referente al lado oscuro de nuestra personalidad (es inevitable pensar en «El Doctor Jeckyll y Mister Hyde»).

La segunda parte está dedicada a «El autómata», y es un muestrario de máquinas que reproducen desde el aspecto  hasta el comportamiento humanos.

Un tercer espacio, titulado «El monstruo», ilustra los intentos de crear seres a nuestra imagen y semejanza.

Para más información sobre la exposición, que, como todas las de la Fundación Telefónica, es totalmente gratuita, os recomiendo el reportaje siguiente, con vídeo incluido:

Haz clic aquí.

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