Liga Interna 2016-17 (14)

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La Venganza de los Sijs

No, no me he confundido, y quien me conozca sabrá que me equivoco poco, y menos, con el cine. Por supuesto que sé que eran Sith los del Episodio III de La Guerra de las Galaxias, pero es que me venía al pelo lo del asunto del partido entre 1ºA y 1ºX (una cuenta pendiente) para buscar un titular basado en una similitud fonética y ortográfica. Y quién diablos son los sijs, os estaréis preguntando. Pues son los practicantes de una religión muy extendida en la India. Y no es que los de Daniel Delgado se tomen el baloncesto de una forma muy espiritual, sino que más bien se les da de perlas hacer el indio. Y si tenemos en cuenta que a la ceremonia acudió como invitado especial Sergio Muñoz (recientemente fichado por los favoritos al título), la cosa bien podía haber terminado de forma caótica.

Pero no lo hizo. Porque había alguien que no estaba para bromas. Y menos después de la derrota que sufrieron los suyos ante los de Adrián López hace quince días escasos. Era Pedro Tomás Carrasco. Quizás por la importancia del choque (el anterior fue en la Primera Fase) o posiblemente «picado» por los comentarios en los que se le acusaba «veladamente», en estas mismas páginas, de no aguantar los partidos hasta el final (recordemos que ante 1ºX, ver entrada 12 dedicada a Liga Interna 2016-17, acabaron él y dos más el partido, unos más extenuados que otros), el caso es que se dedicó durante todo el partido a masacrar la canasta rival. La importancia de sus 24 puntos en el resultado final (33-27) habla por sí misma. Y la regularidad asombrosa con la que anotó (6 puntos en cada cuarto) tapa muchas bocas (by exemple, la de este blasfemo cronista, a quien el dios de los sijs confunda).

Ciñéndonos de una vez al juego, la igualdad presidió todas las acciones. Adrián López y ciertos colaboradores llevaron el peso de la respuesta al «ansia viva» del hijo de JuanPe durante la primera mitad.  Con 12-14 se llegó al descanso. En la reanudación, una atenta defensa, cerrada y nada contemplativa ante las penetraciones del capitán enemigo, pudo con los denodados (y encomiables) esfuerzos de Alonso Romero y compañía, que solo pudieron resistir un cuarto más (22-21 para 1ºA al final del tercero). En el último, «el rayo que no cesa» (Pedro Tomás) recibió la inestimable ayuda (¡por fin!) de sus colegas Rubén Ajenjo y Sergio. Los tiros llegaban por tantos lados que la capitulación de 1ºX fue inevitable. Pero fueron solo 6 puntos de diferencia, lo que, ante la igualdad que se prevee en este grupo, puede tener su importancia al final.

Por 1ºX, los actuantes estuvieron así:

Adrián López, dechado de fundamentos en el bote, en el regate y en el pase, fue una vez más el rápido y hábil penetrador de la zona enemiga. Falló algunas por no controlar demasiado la frenada al llegar a canasta (lo mismo le pasa a Francis Nuñez, by exemple), pero, sobre todo en la primera mitad, fue el que mantuvo a su equipo (9 puntos, con un triple de los buenos: canasta con tiro adicional encestado). En la segunda parte se echó en falta su anotación, pero cabe achacar el asunto al acierto defensivo de los enemigos, que prestaron especial atención a sus entradas (labor en la que destacó el Sr. Carrasco). Un partido notable, en todo caso.

Iván Ortíz fue, nuevamente, el eficaz lugarteniente que todos los bases desean a su lado. Impagable su labor ayudando a subir el balón o bloqueando en ataque. No destacó esta vez en el rebote (había mucha tela bajo el aro rival), pero defendió con ardor y pasó sin errores. En ataque no tuvo ocasiones, pero buscó siempre a los compañeros bien situados.

Abel Alameda se multiplicó en defensa, parando contraataques, e hizo gala de su velocidad eléctrica llevando el balón. Estuvo especialmente inspirado en ataque, aunque empezó sufriendo un tapón de Daniel Delgado, del que se sobrepuso de inmediato («canchero» como es) provocando una falta de tiro en su siguiente entrada (metió uno, buen dato acerca de la «finura» de un tirador). Si añadimos a eso sus dos canastas en la segunda parte, la conclusión solo puede ser que hizo, otra vez (y van…) un excelente partido.

Alonso Romero estuvo incansable y tremendo. No solo por su arrojo en defensa (entra al choque hasta con los monstruos sagrados y hasta le colocó un tapón a Alejandro), de lo que da cumplida prueba la sangre que dejó en el parquet, sino especialmente por su acierto en ataque, con una gran selección de tiro, para un total de 9 puntos (destacando un triple por 2+1 y una canasta espectacular tras coger un rebote en ataque). Sobresaliente.

Carlos Martín no fue el jugador decisivo del anterior partido, pero mantuvo el tipo en el rebote e hizo lo que pudo defendiendo a los grandes enemigos (quizás debió acabar con alguna falta en el casillero, que de vez en cuando hay que evitar las canastas fáciles de los pívots rivales). Puso un bonito tapón a Rubén el el 2º Cuarto. Ante el aro rival, su constancia y buena técnica tuvieron el premio de dos canastas, aunque pudieron ser más.

Los de 1ºA me merecen estas subjetivas apreciaciones:

Daniel Delgado, Gran Jefe de los Indios sijs (perdón, quise decir, el capitán que los manda), dejó constancia, una vez más, de su vocación de organizador y animador (de fiestas). A un grito de «¡Pero dónde vas!» le sucedía otro de «¿Qué haces?». Con ello es evidente que sube la moral del equipo (contrario). Su actuación baloncestística fue, no obstante, notable, con una ágil y certera circulación de la pelota, unos cuantos rebotes, valiosos bloqueos y más de una asistencia, aparte del pincho de merluza que le colocó a Abel, ya comentado. Metió, además, una canasta.

Alejandro Fernández volvió por sus fueros, que no son otros que los del pívot explosivo que solía. Frente al aro contrario no estuvo acertado, pero no hizo falta para que su actuación fuera decisiva, pues, bajo canasta propia, sus cualidades atléticas (rapidez impresionante de piernas unida a un gran «timing» de salto) intimidan tanto a los adversarios que prácticamente eliminan sus posibilidades de canasta desde cerca o tras entrada. Lo sintió en propias carnes Adrián, al que colocó un «sombrero de copa», pero es que no hubo rival que no se fuese con un gorrito suyo (Alonso tampoco llevó frío, pues Mr. Fernández se vengó un rato después del que le había colocado su enemigo antes). Si a esto le sumamos innumerables rebotes, varias intercepciones de balón (especialidad de la casa) y una increíble asistencia sacando el balón con una mano hasta el «palomero» (que no era otro sino Pedro Tomás), en la suerte más difícil para un pívot (el pase de «béisbol»), comprenderemos el salto de calidad que da el equipo cuando juega.

Pedro Tomás Carrasco estuvo, como ya he comentado, magistral. Por sus puntos, por su dominio del juego («hago lo que quiero, como quiero y cuando me da la gana», decía el recordado Andrés Montes de Shaquille O`Neal), por su inteligencia en la cancha y por la discreción y compañerismo con que trata a los indios (perdón, quiero decir a sus compañeros). Disfrutó como nunca de la presencia de Alejandro Fernández (ya he dicho en alguna ocasión que le debe unos leuros por no tenerse que currar los rebotes) y dio espectáculo, con sus canastas de fantasía (y últimamente le entran todas), especialmente con una remontando la línea de fondo a velocidad «Maglev» (no seáis ignorantes, el tren que corre a 600 km/h).

Rubén Ajenjo estuvo implacable en defensa, repartiendo la estopa que otros no daban (cuando de pequeños jugábamos al «rescate», decíamos «¡por mí, por todos mis compañeros y por mí el primero!»), pero sobre todo estuvo protagonista en ataque, subiendo la bola con suficiencia, dirigiendo la circulación de balón con acertados pases y bloqueando oportunamente y con eficacia. No quiso repetir la nefasta (y celebrada) estadística reciente y estuvo más comedido en el tiro, con lo cual el dios de los Sijs (¡hay que ver qué cansino me pongo!) le premió con ese precioso triple (único del partido) que colocó en el último cuarto.

Sergio Muñoz tuvo una actuación estelar en el encuentro. Llegó tarde, pero recuperó con creces el tiempo perdido, porque estuvo en todas partes (¡parecían gemelos, oiga!). Aguerrido en defensa, cortó un contraataque con una llave de artes marciales mixtas que le costó una antideportiva (en fútbol  hubiera sido roja directa). Rápido y potente, desmintiendo los rumores que le acusaban de estar en baja forma, destacó en ataque, aprovechando como nadie el correcalles en que por momentos se convirtió el partido. Anotadas tengo unas cuantas entradas suyas que merecieron premio, una de ellas, preciosa, tras un enorme robo de balón.  Si a eso se suman 2 canastas, una de ellas tras rebote, el veredicto está claro: destacado y genial.

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