Cuando Jean Marie Auel publicó, en 1980, «El Clan del Oso Cavernario», la polémica estaba servida. Bebé hembra sappiens adoptado por una tribu neandertal. Los antropólogos veteranos clamaron al cielo, porque lo que entonces era pura lógica, estaba sin probar (y por lo tanto, era una especulación anticientífica). La convivencia pacífica entre neandertales y homo sapiens era una entelequia, y no digamos ya el hecho de las relaciones entre ellos hubieran dado lugar a descendencia. Estaba probado que, durante miles de años, ambas especies habían coincidido en la Tierra, incluso en zonas cercanas, pero todas las hipótesis apuntaban a una victoria «manu militari» de los segundos o a una extinción de los primeros por la mayor resistencia genética, ante los cambios ambientales, de los sapiens. La serie de novelas fue un bombazo de ventas, e incluso una película (1986, Daryl Hannah en el papel de Ayla, la protagonista) ilustró el fenómeno.
Nacido en 1955 en Estocolmo, el especialista en Antropología Evolutiva, una especialidad científica que prácticamente ha inventado él, es el responsable del departamento de Genética del prestigioso Instituto Max Plank. El Nobel de Medicina le ha sido concedido por “sus descubrimientos sobre el genoma de homínidos extintos y la evolución humana”. No contento con descifrar el ADN de los hombres de neandertal, es el descubridor de una nueva especie de homínidos (los denisovanos) y el culpable de las investigaciones genéticas que certifican que tenemos un pasado híbrido (incluso, muy híbrido). Merecidísimo el premio, enhorabuena pues, eminencia.
Cuando en 1998, Michael Bay, con la inestimable ayuda de Bruce Willis, Ben Afflek y Liv Tyler recreaba, en «Armaggedon», la heroica misión espacial que intentaba evitar la caida del un gigantesco meteorito en la Tierra, ya se sospechaba que la cosa tenía visos de ser posible a medio plazo. Lo que en «Deep Impact» (1998) no pudo ser (a pesar de Morgan Freeman), ni tampoco en la recientísima (2021) «No mires arriba» (a pesar de Leonardo Di Caprio), parece que se ha producido ahora.
Al menos el impacto se ha producido. La sonda DART, del tamaño de una nevera, lanzada por la NASA en noviembre pasado, ha tardado menos de un año en llegar a 11 millones de kilómetros de distancia de nosotros, para dar en la diana, un asteroide llamado Dimorfo, que orbita alrededor de otro más grande denominado Dídimo. Y las palmas de los técnicos de Cabo Cañaveral, al dejar de recibir la señas de la sonda, echaban humo. Con el peculiar espíritu competitivo «typical USA», los responsables de Defensa Planetaria (Sí, sí, es un departamento de la Agencia Espacial estadounidense!) anunciaban, triunfantes: ¡La Tierra 1, Asteroides 0!
Hay que esperar, no obstante, a los próximos días, para obtener las pruebas de que se ha conseguido realmente desviar la trayectoria de Dimorfo, en cuyo caso estaríamos en camino de acabar con una de las amenazas para el futuro de la civilización. ¡Ya solo quedarían otras veinte o treinta!
Si alguien me dice que «a buenas horas, mangas verdes» solo puedo responderle que tiene razón. Aretha Franklyn murió, a los 76 años, en el 2018. ¿Qué ha pasado en estos 4 años? Pues, entre otras cosas, que, dentro del maremagnum de «biopics» que inunda las plataformas cinematográficas, ha habido una especie de resurrección de la mítica cantante afroamericana. No solo película, sino serie y documental. Además de lo cual, confieso no ser un experto en «black music». Documentado ya, rendido estoy a la diva única e irrepetible.
Grandes Éxitos
Por hacer un poco de justicia a su carrera, decir que fue grandiosa y plagada de éxitos y popularidad es quedarse corto. Influida por Mahalia Jackson y por Clara Ward, además de por sus padres, triunfó en tantos estilos y lo hacía todo tan bien, que produce más asombro que envidia ver cómo intentaba crecer y aprender, saltando del gospel de su infancia, al soul, de ahí al funky, al jazz, al blues, e incluso tocando palos tan extraños para su formación «eclesiástica» como la música disco o la ópera.
Pero por encima de todo fue intérprete. Las adaptaciones, que bordaba, dándoles siempre su toque personal, de grandes éxitos de otros artistas, son impresionantes.
Pero basta ya de hablar. Este fue uno de sus primeros bombazos: «Respect»
En el baile «agarrados» de nuestra juventud, no faltaba esta otra canción. La balada «Natural woman» daba luz a sus portentosas facultades vocales. Os la pongo subtitulada, aunque solo oirla ya emociona.
Otro exitazo de su primera época fue este «I say a little pray for you», que tuvo, años después, una resurrección tremenda cuando Cameron Díaz y Julia Roberts, acompañadas de Rupert Everett y Dermot Mulroney. la cantan en un restaurante («La boda de mi mejor amigo»).
Y ya puestos a hablar de cine, unos años después, tras unos años oscuros, en los que intentó, sin éxito, saltar al cine, hizo esta singular aparición en «Granujas a todo ritmo», haciendo gala de su enérgico carácter y su irreductible feminismo. «Think»
Breve sinopsis de su vida
De su vida, hay que decir que estuvo llena de sinsabores y de situaciones tremendas. Su padre dominante y maltratador, predicador baptista, le impidió seguir en el colegio, y se aprovechó de su talento en exitosas y productivas giras. Mujeriego y borracho, su madre, a la que Aretha estaba muy unida, les abandonó. Embarazos prematuros (a los 15 años ya tenía 2 hijos).
Carrera juvenil exitosa, ficha por el movimiento por los derechos civiles, acompañando a Martin Luther King (amigo de la familia, a la sazón). Su asesinato marca un antes y un después en su vida. Se vuelve radical, cae en el alcoholismo y tarda en abandonar a su primer marido y representante (déspota y también maltratador ). Ya en la madurez, cuando le llega la estabilidad sentimental, su padre es víctima de un atraco y queda en coma 4 años.
Película, serie y documental
«Respect» (2021) tiene a Jennifer Hudson como principal activo. Extraordinaria cantante, no desmerece en ninguna de sus interpretaciones. El film, sin embargo, peca de blando, es más hagiografía que historia real. La serie «Genius: Aretha» (2021), producida por la «National Geographic» cuenta, en 8 magistrales episodios, de una manera más verídica y de forma paralela, las vidas de Aretha niña y de Aretha adulta. Cynthia Erivo (injusta perdedora del oscar 2019 con la estupenda «Stand Up» ante Elton John) borda el papel (y hasta los agudos vocales) y también está eminente Courtney B. Vance (el excesivo padre).
El documental «Amazing Grace» merece comentario aparte. Rodado en 1972 por la Warner Brothers, dirigido por un ya famoso Sidney Pollack, no ha podido ser estrenado hasta 2018. Es un resumen de 85 minutos de los dos días del concierto de retorno al gospel que ofreció la que ya era reina del soul en una iglesia de Watts, Los Angeles. El disco, grabado en directo, se convirtió en el más vendido de la cantante y el de más éxito en la historia del gospel. No quisieron perdérselo Mick Jagger o Charlie Watts, ni tampoco el reverendo padre de Aretha. Os lo recomiendo encarecidamente. Esto es «How i got over», una pequeña muestra de un concierto magistral.
Y termino por aquello de lo que parece ser, se sentía más orgullosa. Sus «pinitos» en la música clásica. Grabó un LP de arias de ópera, pero su afán de improvisar y su temeridad indescriptible lograron un momento irrepetible: la sustitución de Luciano Pavarotti, resfriado, para cantar nada menos que el «Nessum Dorma», en la gala de entrega de los Grammy de 1998 (en la que ella ya había cantado su canción). Le avisaron 15 minutos antes, cuando ya se estaba preparando para irse. Sting, el presentador, no se lo podía creer . Del «Turandot», de Puccini.
Marvin Lee Aday, más conocido como Meat Loaf, cantante, compositor y actor, nacido en Dallas, en 1947, ha fallecido este pasado enero, parece ser que por complicaciones derivadas del COVID-19. La mejor voz del rock y del heavy, con unos indescriptibles agudos y una descomunal potencia, tuvo una carrera triunfal en sus comienzos. Tras aparecer en musicales de éxito, como «Hair» y «The Rocky Horror Picture Show», fue la adaptación a la pantalla grande de esta última obra la que le lanzó a la fama.
Esta es su genial aparición en la película:
Poco después conoció al compositor Jim Steinman, con el que colaboró casi toda su vida. Su obra maestra, el primer «Bat Out the Hell», es uno de los grandes hitos de la historia del rock. El bombazo que da título al álbum, producido por uno de los grandes del sinfónico, ToddRungren, es el que debeis escuchar a continuación…
Por supuesto, esta canción, y ese LP, llevaron a la máxima perfección lo que se dio en llamar «epic rock», es decir, arreglos muy barrocos, juegos de voces líricos, guitarras frenéticas y variada musicalidad «clásica». Fue el grupo«Queen» el que se encargó de llevar a la máxima popularidad el género.
El segundo «Dead Ringer», sin llegar a las cumbres expresivas del anterior, aportó algunos temas excelentes, como este «Dead ringer for Love», cantado a dúo con una ya no tan joven (pero aún sin retocar) Cher.
En 1978 aparece como invitado en «Saturday Night Live», presentado, nada más y nada menos que por Christopher Lee (para muchos, el mejor «Drácula», para otros, el «Saruman» de «El Señor de los Anillos»).
De sus apariciones en el cine, destacan sus papeles en «Locos en Alabama» (con Banderas y Griffith) y «El Club de la Lucha», de David Fincher. Fueron celebradas asimismo sus colaboraciones en la TV inglesa al lado de Hugh Laurie («House», pero reputado músico también). Otros músicos y celebrities a los que acompañó fueron Brian May (que seguro que a su lado no echó de menos a Freddy Mercury), Steve Vai y Jack Black (¿le sirvió de inspiración para «Escuela de Rock»?)
Como final, os dejo con otro de sus temas inolvidables, la balada «I’d do anything for love», e 1993, producto también de su colaboración con Steinman (del LP «Bat Out the Hell II»)
Gran voz, gran bola de carne. Por siempre, Meat Loaf.
Se le recordará como «el año del bofetón», por la «cagada» de Will Smith. Y lo fue, pero no por la agresión en sí (deleznable) o por la reacción de «machito» ofendido, sino por no darse cuenta de que su mujer aceptaba, aunque no estoicamente, la embestida. El contexto era que la enfermedad en cuestión (la alopecia de Mrs. Plinkett) adquiere relevancia precisamente porque la afectada decide no esconderse. En fin, todo absurdo, sobre todo las justificaciones del estilo de «él se lo ganó». Olvidamos lo que es un humorista y nos centramos en el mal gusto del comentario de Chris Rock. En la época del «trumpismo», el tomarse la justicia por su mano (¡por un chiste de mal gusto, pero por un chiste!) está, si no bien visto, tolerado y comprendido. No vaya a ser que gane la libertad de opinión, crítica o expresión de un cómico. Estamos, o lo parece, otra vez, en esa época en la que los bufones eran encarcelados o condenados a perder la lengua por su excesiva mordacidad con quien les pagaba.
Dicho lo cual (¡qué bien me he quedado, Dios mío!), prosigo…
Introducción
Dejaré claro, sin que sirva de precedente, que mis favoritas, eran «No mires arriba» y «El poder del perro», seguidas a poca distancia por «Ser los Ricardo» y que, como no podía ser de otra forma, he sido derrotado por esa gente sesuda y entendida que son los académicos (sarcasmo). Pero como este es mi blog, voy a poner vídeos de las que a mí me de la gana (faltaría más)
Un año cinematográfico sin obras maestras, aunque sí con grandes superproducciones, sobre todo las de Spielberg y Denis Villeneuve («Dune»), y con presencia significativa del cine independiente y de las producciones de las plataformas audiovisuales (que ya sabéis que aquí hay otra guerra). Y hay que decir también que la falta de creatividad (y de riesgo) de las productoras ha sido notoria. Un «puñao» de versiones de películas antiguas.
Las mejores
«No mires arriba» es una sátira política en clave de ciencia-ficción. Dos científicos descubren que un meterorito se va a estrellar contra la Tierra, pero se enfrentan a un hatajo de ineptos que les ignoran y luego les utilizan para ganarse a la opinión pública, mientras ellos tratan de ponerse a salvo. No deja títere con cabeza, ni redes sociales, ni medios audiovisuales, ni gobernantes (extraordinaria Meryl Streep haciendo de presidenta «Trump»). Queda también estupendamente retratado un gurú de Sillicon Valley (se adivina Elon Musk).
«El poder del perro» nos devuelve a una Jane Campion en plena forma, que no había estado tan intensa desde «El piano». Western psicológico sobre hermano tan unido que no deja en paz a la mujer con la decides casarte. Los celos, la soledad, la autoestima, las relaciones familiares, los deseos… Profundos asuntos todos, que, en manos de la inteligente directora australiana, componen un cocktail estupendo. A lo que se añaden 4 interpretaciones impresionantes. Se llevó la pedrea, con un premio (pero a la mejor dirección) de 12 nominaciones.
Las ganadoras
Sin un dominio abrumador, porque no tenía más que tres nominaciones, se puede decir que la ganadora ha sido «CODA: Los sonidos del silencio», interesante (y conmovedor) retrato de una familia de sordomudos en la que la hija logra sobreponerse a su «normalidad» (¡cuidado, spoiler!) y logra que sus padres y su hermano acepten que haga carrera como cantante. «Remake» de una película francesa, «La familia Bélier», tan entretenida o más que esta versión. Mejor película, guión adaptado y actor de reparto (el de Troy Kotsur, muy merecido, aunque tampoco era mala la interpretación del chico de «El poder del perro», Kodi Smit-McPhee). Por cierto, Marlee Matlin, primera sordomuda en ganar el oscar («Hijos de un dios menor», 1986), recibe su merecido homenaje, haciendo de madre.
Muchos premios, pero de esos llamados «técnicos» ha conseguido «Dune» (6 de 10). Magnífica adaptación del inicio de la larga serie de ciencia ficción de Frank Herbert, supera con creces a la anodina primera versión (de 1984, de David Lynch), sobre todo por su ágil ritmo y por el progreso de las técnicas de montaje, sonido y efectos especiales.
«Los ojos de Tamy Faye», la historia de una telepredicadora evangelista, se ha llevado 2 de 2, con el premio a Jessica Chastain. Como no la he visto, no puedo decir si lo hace mejor que mi admirada Olivia Coldman (de la que tampoco he visto «La hija oscura», por cierto). Mejor sigo.
Otras pedreas
Además de «El poder del perro», entran en esta categoría «West Side Story», «El método Williams», «Belfast» y «Drive my car». La primera es el salto al vacío de Spielberg, ante un reto de considerables dimensiones: reproducir el éxito del memorable musical dirigido por Robert Wise en 1961. Y logra triunfar en el desafío (otra discusión más cinéfila nos llevaría a decidir si hacía falta), pues el ritmo, la acción, las coreografías y el respeto reverencial por la música de Leonard Bernstein (de lo que se encarga el gran Gustavo Dudamel) rayan la perfección. Actualización necesaria (en estos tiempos de corrección política) es el casting: todos los «Sharks» son latinos al menos (no sé si portorriqueños). Merecido oscar a Ariana DeBosé y enternecedora aparición de Rita Moreno (91 años, con el oscar a cuestas por el mismo papel). Uno de siete.
«El método Williams» es el biopic no autorizado del padre de las tenistas. No llega a la hagiografía, pero casi, y es curioso que el peculiar individuo no haya tragado con tan almibarada versión de su «carrera » de manager y padre. No hay que negar que Smith lo hace bien (aunque yo prefiero a Cumbertbach o a Bardem) y que la película se deja ver. Otro tema es discutir sobre pedagogía y conductismo. Una estatuilla de 6 posibles.
«Belfast» cuenta los recuerdos de infancia de Kenneth Branagh en su ciudad natal. Interesante y entretenida, de tono más afable que «Las cenizas de Ángela», se queda en buen retrato costumbrista de una época en la que la violencia callejera era la protagonista y los niños, impotentes testigos. Un oscar (mejor guión original) de 7 nominaciones.
«Drive my car» es una película japonesa que plasma una novela de Murakami. Solo eso ya despierta espectación, pero lo que ya es criticable es tardar casi dos horas de metraje en provocar interés., porque las torturadas vidas de los protagonistas solo aparecen en los últimos 60 minutos (dura tres horas). Si se aguanta hasta ahí, tiene un pase. Buen guión y excelentes interpretaciones. Oscar al mejor film internacional (de 4 posibles premios).
Las derrotadas
Ya he hablado de las grandes perdedoras más arriba. Pero hay otras más.
«Licorire Pizza» es una original y divertida historia de amor entre adolescentes, dirigida, esta vez con moderación y tono agradable por Paul Thomas Anderson. Aires de nostalgia y reivindicación (está ambientada en 1973), para una película muy correcta y feliz.
«El callejón de las almas perdidas», remake de la obra de 1947, es un thriller sobre personaje trepa, ambicioso y timador, radicado en el mundo del circo y de la magia. Bradley Cooper hace el papel que Tyrone Power bordaba en la versión original. Excelente puesta en escena, buen ritmo y estupendas interpretaciones. (0 de 4).
Y termino con «Ser los Ricardo». Otro biopic, pero referido a un suceso concreto de la vida de Lucille Ball (famosísima actriz de comedia de los años sesenta y setenta) y su marido Desi Arnaz Jr. La acusación, por parte del Comité de Actividades Antiamericanas, de ser miembro del partido comunista, que pone en jaque una exitosa carrera. Película de aire teatral, ambientada en el mundo televisivo ( y, concretamente, en»I love Lucy», la serie televisiva que la elevó al estrellato), de ágil guión (especialidad de la casa: Aaron Sorkin) y ritmo endiablado, cuenta con las magníficas interpretaciones de Nicole Kidman y, sobre todo, de Javier Bardem, cuya recreación del esposo atribulado es eminente (alguien con luces decidió que el doblaje del actor en la versión española no lo hiciese él). Olvidarse de otra cosa que no sea verla en versión original: hasta para un profano en el idioma resulta sublime el inglés con acento cubano de nuestro genial intérprete). 0 de 3, pero estupenda película.
Conocido como Vangelis, el compositor y sintetista (que es como se denomina ahora a los virtuosos del sintetizador), nacido hace 79 años en Grecia, en la actual ciudad de Volos, nos ha dejado hace unos días. Saltó a la fama como teclista del «summum», hasta la fecha, del pop-rock griego, los «Aphrodite’s Child», en 1967. El grupo vendió 20 millones de discos en 5 años, con dos bombazos impresionantes: «Spring, summer, winter and fall» y «Rain and Tears».
Quien haya visto semejanzas entre esta canción y el famosísimo «Canon» de Pachelbel aún puede salvarse de la condenación eterna. Y a quién le suene la voz inconfundible del cantante, deberá recriminarme por haberme olvidado de él en este blog (murió en el 2015, y este infecto que os habla no ha tenido ni un detalle con él).
El caso es que con dos «egos» tan tremendos, y primos, a la sazón, la cosa grupal no se podía mantener. Demis Roussos tiró hacia el pop más popular (valga la rebuznancia), mientras que Vangelis, más etéreo y místico, tiró hacia lo experimental. Varios discos dieron fe de su obsesión por la astronomía: «Heaven and Hell», «Albedo 0.39» y «Spiral»; y le elevaron a los altares de la música sinfónica, minimalista y «new age». Del segundo de ellos es este «Pulstar», muy famoso por ser utilizado por Carl Sagan en su serie «Cosmos».
Buenas fotos desde la Estación Espacial Internacional, ¿verdad?
Hay que decir, además, que, conociendo la «soltería», ya no quiso volver a «casarse». Con esto quiero decir que la vacante producida en «Yes» por la salida de Rick Wakeman no fue cubierta por Vangelis, a pesar de que Jon Anderson, la más excelsa voz del sinfónico (con permiso de Peter Gabriel), bien que lo intentó. Colaboraron ambos dos, no obstante, en un precioso disco (de culto, claro), llamado «Olias of Sunhillow», dejando un tema precioso, que os planto a continuación.
Por supuesto, las imágenes estelares son las favoritas de estos «youtubers» amantes de la música celestial. Gracias por todo, chavales.
Algo más tarde, y, en el disco «L’Opera Sauvage» (1979), aparece otra maravilla, para deleite de anunciantes y realizadores de TV.
Mr. Papathanssíou ya había colaborado en el cine y el teatro, pero llega 1982, y es clave en su carrera, no solo porque «L’enfant» aparece en la película «El año que vivimos peligrosamente», sino porque gana el oscar con «Carros de Fuego». Son inolvidables las imágenes de los atletas británicos entrenando en la playa. Ahí los tenéis.
Por cierto, circula en You Tube una versión cantada (¿sacrilegio, quizás?), obra del primo Demis. Es muy curiosa.
Otras bandas sonoras inolvidables, debidas al genio griego, son la de «Blade Runner» y la de «1492: La conquista del paraíso», productos de su colaboración con Ridley Scott.
Nos deja una música grandiosa. Él ya se habra unido a esas estrellas por la que sentía tanta fascinación. Descanse en paz, Evangelos.
Los ganadores de los premios de interpretación: Kaluuya (por «Judas y el mesías negro»), McDormand (por «Nomadland»), Hopkins (por «El padre»), y Youn Yuh- jung (por «Minari. Historia de mi familia»)
Youn Yuh- jung
Las triunfadoras
En otro año con reparto de estatuillas, no solo hay que saber estadística, sino valorar la importancia de cada premio para dictaminar. Lo evidente es que la ganadora ha sido «Nomadland», triunfadora en 3 categorías (película, directora y actriz principal), de las 6 en las que estaba nominada. Tampoco se fueron de vacío, ya en otro nivel, dos films bastante notables: «El padre», que cuenta la relación de una hija y su padre afectado de Alzheimer (2 de 6, pero nada menos que al actor principal, Hopkins, y al guión adaptado) y «Sound of metal», una historia sobre el aislamiento y la desesperación causados por la sordera, con 2 oscar (montaje y sonido) de los 6 a los que optaba. Entre las ganadoras merece estar asimismo «Soul», el divertido musical, que se llevó 2 (mejor BSO y mejor largometraje de animación), de sus tres opciones. Y no puedo olvidarme de la gran película europea del año, oscar al mejor film extranjero, la danesa «Otra ronda» (2 nominaciones), con esos profesores que beben, y que no hace apología (por poco, y hasta ahí puedo decir) del alcoholismo (Mads Mikkelsen lo borda).
«Nomadland» cuenta, en tono reposado y amable, la terrible vida de una mujer que se tiene que adaptar a la inestabilidad laboral y a la falta de espectativas de futuro viajando en una caravana. Dirigida con exquisita sensibilidad por Chloé Zhao (segunda mujer en ganar el oscar, tras Kathryn Bigelow), cuenta con la siempre magnífica Frances McDormand.
La pedrea
En esta categoría debo situar, en primer lugar, a «Judas y el mesías negro», magnífica narración, basada en hechos reales, sobre un hombre infiltrado en los «Panteras Negras» (premios al mejor actor secundario, el citado Kaluuya, que ya estaba sensacional en «Déjame entrar», y a la mejor canción). Tenía 6 nominaciones. En segundo lugar, «La madre del blues», drama teatral sobre la grabación de un disco por una diva y sus músicos. Viola Davis y Chadwick Boseman (en su película póstuma) están estupendos (mejores vestuario y maquillaje, pero sus opciones eran 5, incluidos los oscar grandes). Y en tercer y último lugar, con una estatuilla de 5 posibles, pero muy gorda (el del guión original), «Una joven prometedora», que cuenta, de manera muy original, la historia de cómo convive una mujer con su pasado de violencia de género (impresionante Carey Mulligan). Ahí va el trailer.
Las derrotadas
Varias excelentes películas se fueron de la gala de vacío (o casi). destaca, en este apartado, «El juicio de los 7 de Chicago», donde Aaron Sorkin (el rey de los guionistas) lleva a la pantalla la historia de los hombres que fueron llevados a juicio, en 1969, por intervenir en una manifestación contra la guerra de Vietnam. Una obra maestra del cine procesal y, para el que esto suscribe, la mejor película del año (cero de 6).
«Una noche en Miami» cuenta, en clave teatral, la «quedada» de 4 amigos en la ciudad de Florida el año 64. La cosa no tendría interés si esos cuatro no fueran Malcolm X, Mohamed Alí, Sam Cooke y Jim Brown (0 de 3). «Mank» es la historia de cómo Hermann Mankiewitz escribió el guión de «Ciudadano Kane». Rodada en interiores también, la fotografía, en blanco y negro, es impresionante (merecido oscar), y la interpretación, de Gary Oldman, mereció algo más (se lo dieron a Anthony Hopkins, que llevaba ya muchas «injusticias «acumuladas). De 10 nominaciones, la superfavorita de la velada solo se llevó 2 estatuillas (el otro fue por el diseño de producción). «Tenet», la nueva alucinación visual de Christopher Nolan, se llevó un premio técnico, de las 2 nominaciones con que se presentaba. El porqué la considero derrotada tiene que ver más con la ausencia de nominaciones que con su cosecha final, pues su presupuesto y sus ínfulas iban en otra dirección. Y dejo para el final la pequeña maravilla de la noche, aparte de la del juicio: «Minari. Historia de mi familia». Cuenta, a través de la mirada de un niño de 7 años, el drástico cambio de vida de su familia, pues su padre se ha empeñado en ser propietario de una granja en Arkansas, en terreno baldío. Un oscar (para la abuela, una memorable Youn Yuh- jung) de 6 nominaciones.
Led Zeppelin, en una de sus grandes canciones (Stairway to Heaven), dicen algo así como:
«Y un nuevo día nacerá para aquellos que aguantan, y el bosque devolverá el eco de sus carcajadas. Hay opciones en la vida, y siempre queda tiempo para cambiar el camino en el que estás».
Nos vienen al pelo esas palabras para expresar la admiración que provoca este chico ruso, de 21 años, estudiante de Ingeniería de Transporte Naval, al que no detienen ni el coronavirus ni los insalvables problemas tecnológicos para asistir a las clases «on line». Su aldea, de 50 habitantes, tiene una lamentable conexión a Internet y él solo encuentra la cobertura suficiente para descargar contenidos y comunicarse por videoconferencia en lo alto de los abedules de un bosque cercano. Literalmente, se juega la vida para seguir estudiando. Un aplauso emocionado para tí, Alexéi Dudoladov.
El ajedrez, que se terminará imponiendo como asignatura obligatoria y esencial en los colegios (ver la entrada dedicada al libro de Leontxo García «Ajedrez y Ciencia, Pasiones Encontradas»), es el centro de la trama (con permiso de las dos magistrales protagonistas) de esta miniserie, el último bombazo de Netflix. Aparte de sus evidentes valores cinematográficos, el estímulo que supone para el deporte de las 64 casillas la convierte en imprescindible. Y es que ha disparado la venta de tableros en todo el mundo y el juego por internet. Por cierto, los responsables, Scott Frank y Allan Scott, ya dieron muestras de su genio hace unos años, con otra impresionante miniserie (obra maestra del western, para quien suscribe): «Godless».
Dudas, de momento, sobre las posibilidades de vida en el planeta hermano
Lejos quedan las novelas sobre Venus de Edgar Rice Burroughs (tan bonitas y emocionantes como las de John Carter en Marte) . Pero la verdad es que está realmente bien que ampliemos un poco el campo visual, dirigido hasta ahora tan solo a Marte o a los satélites de Júpiter.
Las sospechas se basan en el hallazgo de fosfina(o fosfano) en la atmósfera del planeta. Que se produzca ese gas como consecuencia de la actividad de seres vivos o no, esa es la cuestión. Yo, como en el póker, me reservo, y me limito, como buen periodista, a informar. Os mando un vídeo, haciendo clic aquí, y un extenso reportaje, si lo hacéis aquí.