Juego de Tronos en el hormiguero

Un luctuoso suceso ocurrido en el misterioso (todavía) reino de las hormigas ha causado sensación entre los entomólogos y biólogos en general. Hormigas reina de los géneros «Lasius umbratus» y «Lasius orientalis» han logrado infiltrarse en hormigueros de otras especies («Lasius flavus» y «Lasius japonicus») y apoderarse del mando. La estrategia de las usurpadoras consiste en ganarse la confianza primero, en el exterior, de las obreras del hormiguero que se pretende atacar (al parecer mediante señales químicas), y, una vez dentro, rociar a la reina legítima con ácido fórmico. Las obreras, al confundir a su antigua soberana con un extraño, la atacan y la matan. La invasora se convierte así en la nueva reina del lugar.

La investigación ha sido llevada a cabo por científicos japoneses de la Universidad de Kyushu, y ha sido publicada por «Current Biology».

Haciendo clic aquí puedes acceder a un reportaje sobre el tema.

Y en este enlace, un artículo del Muy Interesante que aporta vídeos sobre el asunto.

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Hembras bonobo: en legítima defensa

Hembra bonobo dejándose despiojar por otra

El hasta ahora supuesto «pacifismo» de la especie más tranquila de nuestros primos los simios ha sufrido un duro golpe. Pero por motivo justificado: un macho maltrató al hijo de una de las hembras del grupo. El agresor recibió, en respuesta, una paliza, al parecer mortal, por parte de cinco indignadas congéneres. Las impactantes imágenes fueron grabadas y tienen su importancia, pues es la primera vez que se obtienen pruebas gráficas del violento proceder.

Haciendo clic aquí podéis acceder a un interesante artículo sobre la conducta social de estos animales. Y en este otro enlace, un reportaje de National Geographic con un vídeo del luctuoso suceso.

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Mumford and Sons

Ben Lovett, Ted Dwane y Marcus Mumford

La apoteosis del country tuvo lugar el pasado domingo 23 de noviembre en Barcelona. El Palau Sant Jordi, con su extraordinaria acústica, fue el escenario perfecto del magistral concierto de una banda en estado de gracia.

Con una puesta en escena austera y elegante, protagonizada por unas pantallas gigantes que solo mostraban imágenes de los músicos durante la faena, el trío de Londres (el cuarto miembro de la banda original, Winston Marshall, abandonó el grupo en el 2021), alternando sus típicos ritmos lentos con frenéticos estribillos, ofrecieron una brillante demostración de facultades interpretativas, de folk-rock y bluegrass de alta graduación y de comunicación con un entregado público. Tocaron todos sus emblemáticos temas, algunas canciones del más reciente disco («Rushmere») y otras del próximo («Prizefighter»), que se publicará en febrero.

Nueve músicos en acción, con los tres «fundadores» ejerciendo de multi-instrumentistas, un banjo (también cuarto guitarra), una sección de viento (tres músicos), además de teclista y batería. Y todo lo que ocurrió, lo definiré en tres palabras…

Intensidad

La voz de Marcus Mumford, de un desbordante lirismo (nada que envidiar a Chris Martin, de Coldplay o a Billy Joe Armstrong, de Green Day), transmite la emoción y la sensibilidad de unas letras tristes, cargadas de referencias a Shakespeare y a Steinbeck. En su apoyo, Ben Lovett (teclista) y Ted Dwane (contrabajo y guitarra) hacen unos perfectos juegos de voces, en unas canciones en las que las influencias de Dylan, Simon & Garfunkel o Springsteen no pasan desapercibidas.

Breve resumen del concierto de Barcelona

Sorpresa

En uno de los temas, el cantante abandona el escenario y, como alma que lleva el diablo, se entrega a una desenfrenada carrera por las escaleras que llevan a la grada. Después (a todo esto, sin parar de cantar), se da una vuelta por el anillo superior (seguido siempre, a poca distancia, por un guardaespaldas sudoroso y angustiado), baja, a toda velocidad, y atravesando, no sin alguna dificultad, la platea, vuelve a subirse a la tarima.

Pero esa no es la única: tras un breve apagón, los cuatro principales actores (se añade Ross Holmes, al banjo) se trasladan a un mini-escenario en la parte posterior del «patio de butacas» y ofrecen un mini-concierto acústico que no da respiro a los folículos cutáneos (los pelos siguen de punta).

Cariño

El contacto con el público es esencia y motor del espectáculo. Tras reiteradas disculpas por no saber español, Marcus invita a salir a alguna persona que traduzca sus palabras. La privilegiada Marta (cuyo nombre fue inmediatamente jaleado por el respetable), se convierte en inusitada protagonista de una charla en la que no faltan las bromas: ¡me gusta todo de España, menos sus futbolistas!

Tampoco ahí acabó la cosa. Hacia el final, un joven fan (Jakob de nombre) se gana el derecho a subir y actuar al lado de sus ídolos. Portaba una pancarta pidiendo cantar «I’m on fire», de Bruce Springsteen. Y se marcó un dúo memorable con Mr. Mumford que emocionó nuevamente a la gente.

A falta de algún vídeo de la actuación completa en la ciudad catalana, os pongo el concierto que dieron, recientemente, en Amberes, parte de la misma gira. No falta ninguna de mis favoritas: «Lover of the light», «Babel», «Little lion man», «The Cave», «Ditmas» y «Hopeless wanderer». Y también está su gran éxito «I will wait»

En resumen, una experiencia inolvidable. No me resisto a finalizar sin poneros los vídeos de algunas de estas canciones, que son canela en rama.

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El pueblo enamorado del cine

Monolito, placa y homenajeada

Lugar ya clásico de rodaje de películas y series, Talamanca de Jarama se ha convertido, desde hace unos años, en cita obligada para aficionados al séptimo arte. En el Festival «Talamanca de Cine», que este año ha celebrado su XVII edición, se le ha hecho entrega a la popular actriz María Adánez, de la una placa que recordará su reconocida trayectoria en las pantallas. El «Paseo del Cine» del serrano pueblo madrileño, cuenta ya con un «elenco» espectacular: Gil Parrondo, Emilio Gutiérrez Caba, Juanjo Puigcorbé, Tito Valverde y Asunción Balaguer son algunos de ellos. Recientes galardonados son Silvia Abascal, Roberto Enríquez, Antonio Resines o Javier Gutiérrez.

En el impresionante marco de la Bodega de la Cartuja tuvo lugar la ceremonia, con el simpático protagonismo de los profesores y alumnos del Taller de Teatro del CEIPS Sansueña (el colegio local), y el obligado (y sentido) discurso del alcalde, el infatigable Juan Manuel García. La homenajeada pronunció también unas emotivas palabras, y la guinda la puso el «monstruo» del teatro español Juan Carlos Pérez de la Fuente, ilustre natural de la localidad.

El acto finalizó con un abundante y surtido picnic, durante el cual, la carismática actriz no dejó ni un momento de hacerse «selfies» y de firmar autógrafos. En resumen, un éxito por todo lo alto.

Bodega de La Cartuja de Talamanca de Jarama

Entre las películas rodadas en Talamanca de Jarama destacan «Conan, el Bárbaro», «Los Fantasmas de Goya», «Ay Carmela» o «Alatriste». Series famosas como «Los Gozos y las Sombras«, «Curro Jiménez», «Santa Teresa de Jesús»,«Águila Roja» o «30 Monedas» también se han aprovechado de los muchos emblemáticos lugares del privilegiado pueblo madrileño.

Capilla de La Cartuja
Puente antiguo

Para terminar de cerrar el círculo, un proyecto aún en mantillas, el futuro Museo de las Artes Escénicas, al que aún se busca ubicación, pero del que hay ya ideas y material en abundancia. El diseño lo tiene ya «in mente» el Sr. Alcalde (y en su ordenador). Carteles de películas, fotos de actores y vídeos de los rodajes no faltarán. Y en lugar destacado, el legado de Juan Carlos Pérez de la Fuente (su colección personal, de toda una vida dedicada a la escena).

Un pueblo, en resumen, enamorado del cine.

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Un cáncer en la sanidad

El individuo en cuestión

Nunca pensé que tendría que decir esto de un Kennedy, pero en todas las familias hay una oveja negra, y ésta es muy negra, negrísima. Robert Kennedy Jr. hace un flaco favor tras otro a la memoria de su padre (Robert) y a la de su tío (John).

En el país culpable de la asombrosa hazaña que supuso el supersónico descubrimiento y la fabricación de la vacuna contra el COVID ya se hizo notar, llevando la voz cantante de la oposición a la inmunización. Propagador peligroso de bulos y teorías conspiranoicas sobre la sanidad, mintió descaradamente a la comisión del Congreso que debía aprobar su nombramiento como secretario de Salud (aseguró que no iba a modificar las recomendaciones sobre la prevención de las infecciones infantiles). Pero su labor es ingente como destacado «Rey de los hunos» (por donde pisa su caballo no crece la hierba). Responsable del recorte de fondos a la OMS y a las campañas de lucha contra el hambre, encabeza también la lucha contra el aborto en los pocos estados que aún lo permiten, ha cesado a los directivos de la FDA (la Agencia que dictamina sobre la validez de los medicamentos) y últimamente se dedica a encabezar una campaña que asegura que el paracetamol (el más inocuo de los analgésicos) produce autismo. Las embarazadas americanas pueden echarse a temblar como les restrinjan el fármaco.

Su trabajo desmantelando el tímido sistema de sanidad pública que consiguió aprobar Barak Obama ya es notable, y su lucha contra la vacunación infantil está predestinada a convertirse en un desastre, pues sin duda se van a disparar las cifras de mortalidad en enfermedades que estaban en vías de erradicación.

En fin, no me quedan palabras para definir a este impresentable individuo, que, en palabras de su prima Caroline, es un peligroso ignorante.

Pinchando aquí tienes un buen reportaje sobre su vida y «milagros»

Y a continuación, puedes descargar el editorial de El País dedicado al tema y dos buenos artículos del mismo periódico.

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Robert Redford

En 1979, cuando rodó «El jinete eléctrico»

Ha muerto, mientras dormía, en su casa de Utah, a los 89 años, uno de los grandes de la historia del cine. Con una apabullante filmografía como actor, y una notable carrera como director, pasa también a la posteridad por ser, además de un influyente activista en favor de la conservación de la naturaleza, el fundador del Festival de Sundance, el más prestigioso del mundo de cine independiente.

Icono sexual de varias generaciones, su tirón en la taquilla se ha mantenido invariable durante más de 40 años y aunque nunca llegó, en mi opinión, a las cotas interpretativas de sus compañeros Pacino, Newman, Hoffman o De Niro, su carisma en la pantalla, su versatilidad para clavar un montón de variopintos personajes y, sobre todo, su magnífico acierto a lo hora de elegir guiones y directores, le han reportado una inolvidable lista de éxitos y una fama bien merecida.

Dejando de lado su biografía (al final os dejo reseña de experto cinéfilo), y, a riesgo de dejarme por el camino algunas apreciables obras, os comentaré las principales y os pondré unos cuantos vídeos de películas fundamentales, algo olvidadas, que son films, como se dice ahora, «de culto».

Su salto al estrellato surgió de la mano de Marlon Brando, en «La Jauría humana» (Arthur Penn, 1966). En ella daba vida a un prófugo de la justicia, cuyo linchamiento intenta evitar un honrado sheriff. Su manera de «robar cámara» era ya bastante notoria, sobre todo (spoiler) después de la paliza que recibe su «protector».

En 1969 llega «Dos hombres y un destino» (George Roy Hill). La película revienta las taquillas. Robert Redford y Paul Newman interpretan a dos ladrones de bancos a punto (pero no) de abandonar su profesión. Pocos años, después, en 1972, Sydney Pollack comienza a convertirle en su actor fetiche, al darle su primer papel como protagonista, un desertor y aprendiz de trampero, en una historia de supervivencia, el primer western «ecologista» de la historia del cine: «Las aventuras de Jeremiah Johnson», de cuyos entresijos os pongo, a continuación, un breve documental.

El mismo año protagoniza, ya convertido en estrella, «El Candidato» (Michael Ritchie), crónica de la campaña electoral de un ficticio político (progresista, como no podía ser menos).

Meses después, George Roy Hill vuelve a reunirle con Paul Newman, y el resultado es superlativo: «El Golpe» es, no solo un gran film sobre estafadores, sino una de las mejores comedias de la historia del cine. En 1973 y 1974 rueda otros dos «pelotazos»: «Tal como éramos» (Sydney Pollack) y «El Gran Gatsby» (Jack Clayton), al lado de Barbra Streisand y de Mia Farrow, respectivamente. Otra pareja memorable es la que forma, en 1976, con Dustin Hoffman, en «Todos los hombres del presidente» (Alan J. Pakula), en la que ambos interpretan a los periodistas que destapan el «Watergate». Tres años después rueda, otra vez con Pollack, «El jinete eléctrico», donde vuelve a coincidir con Jane Fonda, en el papel de un retirado campeón de rodeos. En 1980, a las órdenes de Stuart Rosemberg, borda el rol de un director de prisión que se finge interno para averiguar las condiciones en las viven los presos. Es, «Brubaker», una vuelta de tuerca más al tema de las cárceles (en «La Leyenda del indomable», también de Rosemberg, era Paul Newman el «sufridor») y el notable cineasta logra de Redford una de las mejores actuaciones de su vida. Ahí le vemos en la emocionante escena final:

Ese mismo año decide lanzarse al otro lado del «set» y con «Gente corriente», un drama familiar que destaca por el estupendo análisis psicológico de sus personajes, consigue cuatro Oscars (entre ellos, mejor director y film).

Es en 1984 cuando crea el Festival de Sundance, para refugio, en principio, del cine «indie». La alternativa a Hollywood ha llegado hasta nuestros días, desbordando todas las previsiones (se traslada a California, según las recientes noticias).

Pero sigamos con la carrera de nuestro hombre. «Memorias de África» (Sydney Pollack, 1985), una obra maestra del cine romántico, le reúne con una Meryl Streep en estado de gracia, y el resultado no puede ser mejor, tanto a nivel artístico, como económico. En 1992 dirige «El río de la vida», que le sirve para promover, una vez más, su amor por la naturaleza y para nombrar sucesor, un joven llamado Brad Pitt (que un año antes ya había robado cámara en «Thelma y Louise»).

En la década de los 90 firma otras dos buenas películas: «Quiz show. El dilema» (1994), sobre la corrupción de los concursos televisivos (con un magistral John Turturro) y «El hombre que susurraba a los caballos» (1998), en la que se dirige por primera vez a sí mismo, en un papel hecho a su medida (adiestrador y «psicólogo» de nobles equinos y de otras especies, pues por ahí anda una adolescente llamada Scarlett Johansson).

El siglo XXI le pilla trabajando y parece ser que, aunque los problemas financieros no le permitieron nunca retirarse, seguía eligiendo, con alguna excepción, guiones correctos y decentes. Ejemplo de ello son «Juego de espías» (2001, Tony Scott) o «La verdad» (2015, James Vanderbilt).

El actor, en su espléndida madurez

En 2001 recibió un Oscar honorífico por toda su carrera. Hasta casi el momento de su muerte se significó a favor de las libertades y la lucha por el medio ambiente. Convertido en leyenda, su legado es imborrable. Perdona, Robert, por todas las películas que no he nombrado.

Si os interesa su biografía, ahí la tenéis, descargable, del obituario que hizo de él Gregorio Belinchón en «El País».

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Bacterias S.A. (nueva empresa farmacéutica)

Una vez más, la escherichia coli, protagonista de impresionantes descubrimientos

No pasan dos días sin que las bacterias sean noticia. Muchas veces nos sorprenden desfavorablemente: esas superbacterias resistentes a los antibióticos traen a los médicos, a los químicos y a los farmacéuticos a mal traer (y a los pacientes afectados, ni que decir tiene). Tampoco se puede uno descuidar con la higiene alimentaria, pues algunos de estos microorganismos pueden contaminar platos que parecen exquisitos y provocar graves intoxicaciones. Y claro está, son incontables las infecciones que provocan (y este asunto es de una gravedad extrema, por los problemas que acucian a la OMS y a las ONG debido a los recortes de fondos de la Administración americana para las campañas de vacunación).

Pero otras veces, los científicos confirman sus beneficiosas funciones, como integrantes de la flora intestinal o en el reciclado de residuos. Y es este último tema el que está en la cresta de la ola. Ya desde hace tiempo se investiga la acción de los agentes microbianos sobre el plástico, pero la sensación, que cierra el círculo, es que se ha conseguido (sin modificaciones genéticas de por medio) que bacterias escherichia coli, ,alimentándose de microplásticos, fabriquen paracetamol, el analgésico y antipirético (que baja la fiebre) más recetado en el mundo.

La investigación ha sido dirigida por Stephen Wallace, químico de la Universidad de Edimburgo. Lo asombroso, para más «inri», es que esta forma de fabricar el fármaco prescinde totalmente de los combustibles fósiles que necesitan las empresas farmacéuticas, pues se basa en una simple fermentación bacteriana.

Que esto inaugura una nueva era en la historia de la Farmacia, está claro. Que puede ser una inestimable ayuda en la lucha contra la contaminación ambiental, nadie lo duda. Y que las bacterias aún no han terminado de sorprendernos, pue es muy posible (y probable).

Ahí os dejo, descargable, el artículo publicado en El País por Facundo Macchi el 23 de junio pasado:

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La Tecnología y la Música

El teclista de Dream Theater, Jordan Rudess

A ver, intentaré ser lo más divulgativo posible, porque, como buen periodista (je, je), he intentado documentarme bien, y la cosa tiene tela marinera.

Me centraré en los músicos y en las innovaciones que exhiben en sus conciertos. Muchas de ellas solo están de rabiosa actualidad gracias a ellos, pues no son artilugios de hace dos días.

Jordan Rudess

Es el mago actual «of the keyboards». En Keith Emerson o en Rick Wakeman (sobre todo, en éste) era un espectáculo en sí mismo la parafernalia ininteligible de teclados tras la que aparecían. Ya ni se sabía lo que era «melotrón», «moog» o «sintetizador», de tantos instrumentos que rodeaban al «pianista».

Eso ahora ha sido sustituido por la austeridad polifuncional de un solo teclado (a veces piano, a veces órgano, a veces sintetizador, a veces, todo a la vez) o por el «continuum«, un rectángulo sin teclas por el que se deslizan los dedos y que suena como una «steal guitar«.

Sin embargo, en mi opinión, lo más tremendo es el manejo que hace el genio en cuestión de un «ipad» adaptado donde se programa música «a mano alzada».

Claro que en sus conciertos con Dream Theater, el instrumento fundamental que usa Rudess es el teclado que cité al principio, eso si, situado en una plataforma giratoria. Toca frente al público, luego de espaldas, y a veces inclina lateralmente el artilugio para que se le vean bien las manos. Hay muchos conciertos del grupo disponibles en Youtube, pero lo que no he conseguido es encontrar vídeos en los que aparezca manejando el piano curvo de la foto de portada. Para que me perdonéis, ahí tenéis entera, una de sus más recientes actuaciones en directo.

Ed Sheeran

Hay que reconocer el talento del chico. Tiene una voz bonita y compone angelicales melodías. Tampoco nada se puede objetar sobre sus gustos cinematográficos: hizo un «cameo» como soldado Lannister (y cantó) en el primer episodio de le temporada 7 de «Juego de Tronos» e intervino, con un papel algo más relevante, en la agradable «Yesterday» (Danny Boyle, 2019).

Lo que no sabía yo es que se maneja, aceptablemente, con las nuevas tecnologías. Hace poco, en «La Revuelta», de TV1, hizo una breve demostración de su «dominio» del «sampler«. No es un teclista, pero se ve que compone al piano, además de a la guitarra. El vídeo nos sirve para ilustrar lo que es ese artilugio, algo más que un aparato grabador-reproductor, pues, en las manos adecuadas, puede convertirse en una bien nutrida orquesta.

Robben Ford

En una reciente entrada denominada «Guitarristas», os ofrecía una visión de lo que se lleva, y también de lo «vintage». Robben Ford es un veterano y legendario maestro, pero, por emplear la expresión popular, toca su instrumento «a pedales». Antiguamente, se creaba el efecto «wah-wah» (creo que los técnicos lo llamaban así) utilizando un pedal distorsionador al puntear con la guitarra. Para cambiar de sonido, se cambiaba de guitarra (había tipos que colocaban en el escenario una «percha» con los variopintos instrumentos a la vista).

El músico californiano solo usa una, pero coloca en el suelo un cuadro de hasta seis pedales, que maneja con virtuosismo, para asombrarnos: de repente, suena un violín, un momento después, un contrabajo, y luego, aparece un piano. Él toca la guitarra y mueve el pie, y ni un músculo más. Nosotros asistimos boquiabiertos al recital, mientras miramos a un lado y a otro, como en un partido de tenis, a ver si son el teclista o el bajista los culpables.

En el siguiente vídeo, Daniel Steinhardt, «luthier» estrella y constructor, a la sazón, de «pedaleras», nos explica el montaje y el diseño de los complejos accesorios que exhibe Ford en sus conciertos (está en inglés, pero ya sabéis, podéis añadir los subtítulos esos en español tan agradables de Youtube)

Björk

Esto que voy a decir suena ya anticuado, pero debo empezar por aquí: en el 2007, en sus conciertos para presentar su álbum «Volta», la cantautora islandesa tocaba el «theremin», ese instrumento que suena sin tocarlo (solo se mueven las manos alrededor de una especie de antena vertical). El asunto cautivó a los incautos e ignorantes (el invento data de 1920, y han sido incontables los artistas de todo tipo que se han servido de él). Pero la singular señora no se contentó con eso. Se colocó frente a una especie de mesa transparente y empezó a colocar objetos encima, y a moverlos. Sonaba una (muy) agradable música. El «reactable» es un invento español, diseñado y construido, al menos sus modelos iniciales, por ingenieros y músicos de la Universidad Pompeu Fabra de Barcelona. Algunos lo habréis conocido por «The Big Bang Theory«, donde Sheldon aparecía manejándolo con cierta pericia.

Ahí tenéis un vídeo de un tal ReacTJ, nombre de «guerra» del disc-jockey Roberto Giuliano, que se dio a conocer en el «Got Talent» italiano hace pocos años. Si os gusta la música «trance», el tecno discotequero bailable y resultón, mejor que mejor. Por cierto, en el tema hace una mezcla de David Guetta, Daft Punk e Imagine Dragons. ¡Para qué queremos más!

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Chispazos de clarividencia

En la película «Despertares» (Penny Marshall, 1990), se contaban los sucesos ocurridos en el Servicio de Neurología de un Hospital, a finales de los años sesenta: enfermos de la denominada «encefalitis letárgica«, hasta entonces desconectados de la realidad, «revivían milagrosamente gracias al tratamiento con un nuevo fármaco, y se convertían en personas perfectamente normales durante un cierto período de tiempo. El film, basado en las experiencias reales del doctor Oliver Sacks, tuvo un gran éxito, sobre todo por el excelente trabajo de los protagonistas, Robin Williams y Robert de Niro (que interpreta, magistralmente, al «paciente cero»).

La reciente publicación del libro «El Umbral», de Alexander Batthyány, catedrático de Psicología y director del Instituto Viktor Frankl de Viena, describe lo sucedido en enfermos en estado terminal afectados por la enfermedad de Alzheimer, que parecen volver a la normalidad durante breves momentos. El médico relaciona la llamada «lucidez terminal» con las ECM (experiencias cercanas a la muerte) de las personas que se recuperaron de un coma profundo, para elaborar una hipótesis científica que ha causado conmoción en la medicina clásica. Algunos de los testimonios sobre la demencia que recoge en su estudio Batthyány son espectaculares.

Os dejo, a continuación, la sinopsis del libro publicada por la web de «La Casa del Libro», y el interesantísimo reportaje de Daniel Mediavilla aparecido en «El País».

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Brian Wilson

El cantante y compositor, en una imagen de 2007

Tras una intensa y complicada vida, ha muerto, en su casa de Los Ángeles, a los 82 años, un genio insustituible: el creador, escritor y alma de los «Beach Boys«, uno de los grandes grupos de los inolvidables años 60, una década marcada por el apogeo del rock y los comienzos del pop.

Solo hablaré de música, dejaré los datos biográficos para los artículos del final. En este sentido, hay que citar que sus ritmos y melodías, reclamo impagable del turismo californiano, nacieron bajo la influencia del «rhythm and blues» y el «rock and roll» de los años 50. Grupos como los «Everly Brothers» y figuras míticas como Chuck Berry tuvieron la culpa de sus impagables juegos de voces y de su vitalidad irresistible. George Gerswin o los «Beatles» se dejan ver también en la estructura y la forma de sus composiciones.

Ahí tenéis, para empezar, una de las mejores canciones de la historia del pop (y de la historia de la música), mi favorita, por encima de todas:

Sus temas predilectos fueron el surf, las chicas, el sol, la fiesta, el amor y el desparrame juvenil por extensión. Desde luego, la historia del deporte de las olas no sería la misma sin un buen puñado de sus temas (a mayor abundamiento, hay que decir que Brian no era practicante).

Jovencísimos, esos son los chicos de la cárcel, perdón, de la playa. Y en su salsa, rodeados de su público de quinceañeras.

  • – Y ella… ¿Cómo se llama?
  • – ¿Quién?
  • – Tu chica, ¿quién va a ser?
  • – ¡Aahhhh! Se llama Ba, Ba, Ba, Ba, Baburein (dicho todo ello con el más genuino inglés californiano).
  • La traducción (libre) es «Barbara Ann«. Y así es la cosa:
  • La lista de grupos y solistas que se han mostrado en deuda con los «Beach Boys» es interminable: Elton John, «Ramones«, «Fleetwood Mac«, «Queen«, «Bee Gees«, «Eagles«, «Abba«, por no hablar de todos los grandes del country rock: «Allman Brothers«, «Doobie Brothers«, «Credence Clearwater Revival«… Hasta los «Beatles» (como dijimos al principio, influencia recíproca). Y, según la crítica, es suyo (en apretada pugna con el «Sargent Pepper’s«, de Lennon & McCartney) el mejor álbum pop de la historia («Pet Sounds«). El (impresionante) siguiente tema es de ahí:
  • Despedimos a Brian Wilson como se merece, con otros tres de sus incontables «bombazos»: «I get around«, «Fun, Fun, Fun» (no es el villancico) y «California girls«. Al final os dejo los dos buenos artículos, que podéis descargar, publicados por «El País» en su honor.
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